ECOLOGISMO REVOLUCIONARIO. (Mark Osma)

En el contexto político actual el ecologismo revolucionario debe entenderse a partir de lo que le diferencia de la corriente principal del ecologismo (1). Para los ecologistas comprometidos el ecologismo revolucionario representará en el futuro una lucha en la que muchos más se querrán implicar tras darse cuenta de que la corriente principal del ecologismo es inadecuada para responder a la crisis en el mundo natural y de sus feas estrategias políticas.

Para los ecologistas revolucionarios, el ecologismo común es lo que el filosofó y activista noruego Arne Naess denominó “ecologismo superficial”. Para Naess el ecologismo superficial es una visión reformista y tecnocrática que busca la comodidad empleando el sistema económico y el sistema actual de intereses políticos. Está enfangado en la carga de mantener una organización por medio de donaciones y subvenciones, y para ellos los contratos son decisivos para mantener el liderazgo con respecto a otros grupos del ecologismo común.

Las ambiciones de los líderes son cruciales en las decisiones que éstos toman mientras negocian con las grandes corporaciones y se reúnen con el gobierno para beneficiar los intereses de su ONG. En algunos aspectos son indistinguibles de las corporaciones a las que se oponen, las cuales siguen principios muy parecidos. Naess también dice que el ecologismo superficial se caracteriza por tener una perspectiva humanocentrista o “antropocéntrica”, esta postura provoca un distanciamiento de la naturaleza y se aferra a una visión disfuncional de dominar y controlar la naturaleza, visión que es la raíz de la crisis ecológica.

En frontal oposición, el ecologismo revolucionario del que hablo aquí se basa en el concepto de “ecología profunda” de Naes (“deep ecology”). La ecología profunda difiere de la ecología superficial en dos puntos fundamentales. Políticamente rechaza los cambios mediante trámites burocráticos y su objetivo va mucho más allá que las reformas dentro de un sistema tecnocrático de explotación a la naturaleza; a nivel filosófico, defiende una visión del mundo “biocéntrica” que persigue reintegrar a los seres humanos en la naturaleza mediante formas de relaciones interindividuales, valores y posturas éticas radicalmente distintas.

Obviamente existen distintas maneras de ver el ecologismo revolucionario, pero la mayoría de las posturas se sienten cercanas al concepto de ecología profunda. La ecología profunda trata el problema fundamental del antropocentrismo y la separación humana de la naturaleza. Sin embargo, aunque los aspectos filosóficos de la ecología profunda son también profundos, sus aspectos políticos son “superficiales” y no están capacitados para mostrar de forma adecuada una teoría y una práctica mediante las cuales se puedan forjar nuevas instituciones sociales. Yo marco una distinción entre acciones radicales y cambios revolucionarios, y afirmo que mientras que las tácticas como la acción directa y el ecosabotaje puedan ser “radicales”, no son revolucionarias porque por sí mismas no pueden dar lugar a un sistema social cualitativamente nuevo. Esta transformación requiere un nuevo movimiento social y una visión positiva de una nueva sociedad, estos requisitos todavía están por inventarse.

Semántica revolucionaria y biocentrismo

Para que un movimiento insurgente pueda comunicarse de forma efectiva con el pueblo necesita un mensaje político nítido. Es un requisito que el ecologismo revolucionario todavía no cumple ya que presenta un mensaje político confuso. Es básicamente un mensaje de “no”, como “no hagas esto y no hagas lo otro”, pero no presenta un marco viable mediante el que orientar las acciones para conseguir una transformación social. Ha habido varios intentos de crear un mensaje de ecologismo revolucionario, empezando por el famoso ensayo de Arne Naess sobre ecologismo profundo (1989), el trabajo de George Sessions (1987, 1993), Bill Devall (1980, 1988), además de Warwick Fox (1984, 1999) y de poetas como Gary Zinder (1969, 1990). Probablemente la versión más clara del mensaje político del ecologismo profundo es el de Bill McKibbens en The End of Nature/El Fin de la Naturaleza (1989, 1999). A continuación se resumirán los principales argumentos del ecologismo profundo que son aceptados por muchas de las corrientes del ecologismo revolucionario.

El ecologismo superficial está representado por las batallas culturales y políticas contra la contaminación y la sobreexplotación de los recursos. Cultural y políticamente el ecologismo superficial está unido al antropocentrismo, la visión de que la existencia humana y sus deseos son el punto central del universo. Sostiene la popular creencia de que lo salvaje está siendo malgastado si los humanos no lo emplean. También está unido a la moderna experiencia social del consumismo, ligada también con la orientación antropocentrista. La lucha política de los grupos del ecologismo común está ligada a las tácticas convencionales de hacer campañas para recibir donaciones, tácticas legislativas, pactos y debates organizados en los medios de comunicación de masas. El ecologismo superficial asume que el problema ecológico puede ser solucionando sin necesidad de que haya una transformación social y personal fundamental, y que con varias series de pequeñas reformas será suficiente.

El ecologismo profundo parte del rechazo de los argumentos humanocentristas sobre la relación de la sociedad y el medio ambiente. Toda forma de vida debe disfrutar de ciertos derechos (sin ser especificados), y la sociedad humana debe reconocer el valor intrínseco de la naturaleza. Por consiguiente, el ecologismo profundo lleva implícita una ruptura con el mecanicismo ontológico de la naturaleza. Requiere un sistema ético basado en el biocentrismo (o “ecocentrismo”), y una aplicación del principio de igualdad y de justicia al mundo natural.

La verdadera diferencia entre el ecologismo superficial y el profundo son sus teorías contrapuestas sobre la naturaleza. Por ejemplo, estas perspectivas ven los bosques como fenómenos completamente distintos; para el ecologismo superficial los bosques se convierten en un conjunto de recursos, por ello los bosques son valorados en función de los beneficios que puedan proveerles a las sociedades humanas. Para el ecologismo profundo el bosque tiene un valor intrínseco independiente del uso que le den los humanos.

Una declaración central del ecologismo profundo es la de los ocho principios fundamentales, desarrollados por Bill Devall y George Sessions en el libro Deep Ecology (1970).

Los principios fundamentales del ecologismo profundo

1. El bienestar y el florecimiento de la vida humana y no humana en la Tierra tienen valor por sí mismos. Estos valores son independientes de la utilidad que suponga el mundo no humano a los propósitos humanos.

2. La riqueza y diversidad de los seres vivos contribuye a la realización de estos valores y son valores en sí mismos.

3. Los humanos no tienen derecho a reducir estas riquezas y diversidad excepto para satisfacer sus necesidades vitales.

4. El florecimiento de la vida y la cultura humana es compatible con un sustancial decrecimiento de la población humana. El florecimiento de la vida no humana necesita de ese decrecimiento poblacional.

5. La interferencia actual de los humanos en el mundo no humano es extensa, y la situación empeora rápidamente.

6. En consecuencia, la organización política debe ser cambiada. La política afecta a las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas. El estado de las cosas debe ser profundamente distinto al del presente.

7. El cambio ideológico es el de apreciar la cualidad/calidad de la vida en lugar de adherirse a un incremento en el nivel de vida; nivel que implica mayor capacidad de consumo. Habrá una clara conciencia sobre la diferencia que existe entre lo que es “big” (n de t: grande, en cuanto a tamaño, apariencia) y lo que es “great” (bueno, enriquecedor).

8. Aquellos que aceptan los principios previamente mencionados sienten el deseo de luchar por hacer realidad los cambios necesarios.

Devall y Sessions amplían la tesis sobre ecologismo profundo de Aldo Leopold y Arne Naess. Sus ocho principios claves sobrepasan la desalentadora tarea de dilucidar el ecologismo profundo y nos proporcionan unas mejores guías que orienten nuestro comportamiento. El fuerte énfasis en el biocentrismo, el reconocimiento de una crisis en el mundo natural, y el llamamiento a la acción son los principales distintivos del ecologismo profundo. Los ocho principios representan un proyecto (todavía por culminar) de sentar las bases del ecologismo revolucionario.

El ecologismo profundo hace un llamamiento en pos de la desaparición del estilo de vida consumista que domina a la sociedad moderna y a las aspiraciones del individuo. Busca la expansión de la conciencia de cada individuo para que pueda “auto realizarse”, se trata de una extensión de la consciencia para identificarse con otros seres vivos.

El ecologismo profundo hace un llamamiento para que se dé inmediatamente un drástico esfuerzo para reducir la población humana. Afirma que la sociedad humana necesita adaptar su progreso material y tecnológico a la biodiversidad (Naess 1988, 1989). Relatos de personas miembros del Frente de Liberación de la Tierra y de otras organizaciones ecologistas radicales han sostenido argumentos en concordancia con los principios del ecologismo profundo. En muy pocas ocasiones se consigue una aceptación de estas ideas de grandes números de personas. Los individuos se ven atraídos por el ecologismo revolucionario vía diálogos/discusiones habladas, y al pasar de un grupo moderado a otro más radical. La potente combinación de cambiar creencias y comportamientos, como la decisión de cambiar a una dieta vegetariana o vegana, fomenta el crecimiento personal y facilita que los individuos se alejen de las orientaciones antropocéntricas y se acerquen al biocentrismo. Los cambios tanto en las creencias como en el comportamiento son fundamentales para lograr la “autorrealización”, algo muy importante para el ecologismo profundo.

La filosofía biocentrista del ecologismo profundo abarca grupos como Earth First! (¡La Tierra Primero!), The Sea Shepherd Conservation Society (La Sociedad Conservacionista de los Pastores del Mar), y el Earth Liberation Front (Frente de Liberación de la Tierra). Las compañías madereras, estaciones de esquí, laboratorios centrados en la producción de semillas transgénicas y los almacenes donde se conservan, las granjas de factoría, laboratorios de experimentación animal, y las llamadas “trophy homes” (n de t: mansiones en medio de espacios salvajes) son atacados por los radicales. El mensaje político, obviamente derivado de las bases del ecologismo profundo, afirma que la naturaleza tiene s propia importancia, que los seres vivos no humanos tienen derechos inalienables, y que la biodiversidad debe ser respetada por encima del consumismo.

El biocentrismo del ecologismo revolucionario comparte algunos elementos del mensaje sostenido por la corriente principal del ecologismo, aunque durante los debates, la corriente principal se apresura en condenar las tácticas de sabotaje como una herramienta legítima para proteger la tierra. Los activistas que practican la acción directa creen que entre los ecologistas de la línea principal hay muchos que sí sienten una simpatía hacia la acción directa. Como dijo Paul Watson sobre Sea Shepherd “somos como la chica de la noche, todos quieren estar con nosotros, pero nadie quiere ser visto con nosotros”.

El mensaje político del ecologismo revolucionario se caracteriza por su aceptación de la acción directa. Los radicales afirman que el ecologismo de la línea principal nunca podrá tener éxito. El éxito necesita cambios fundamentales, y la línea principal del ecologismo cree en una sucesión de reformas que irán en aumento. Pero hay pocas pruebas que apoyen esta teoría. El argumento más poderoso contra la línea principal del ecologismo proviene, no de los ecologistas radicales, sino de los científicos del mundo, quienes meticulosamente han documentado un proceso de deterioro del mundo natural en continuo aumento (Wilson).

Durante la segunda mitad del siglo XX los grupos de la línea principal del ecologismo pretendieron conseguir cambios políticos mediante campañas para recoger donaciones, disputas técnicas sobre el lenguaje legislativo, y la lucha por que se les diesen cargos en las agendas políticas. Los grupos de la línea principal del ecologismo negociaron con grandes corporaciones y políticos, haciendo concesiones y traicionando a sus objetivos originales. Se valoraban a sí mismos utilizando los estándares convencionales –la cantidad de acceso al sistema político, el tamaño de sus cuentas corrientes y la cantidad de trabajadores que tenían, así como la capacidad que tenían sus directivos para relacionarse con políticos con el fin de beneficiar los intereses del grupo (Dowie)-.

Los abogados “ecologistas” ahora trabajan para compañías de recursos naturales y el Día de la Tierra se ha convertido en una oportunidad que tienen las corporaciones para “enverdecer” su imagen al hacer donaciones para los proyectos locales de organizaciones. En lugar de solucionar el problema las reformas fracasan. Como un coche sin frenos, el crecimiento económico parece que sólo puede ser detenido con un choque frontal.

A pesar de sus diferencias, la línea principal del ecologismo y el ecologismo radical concuerdan en que las calamidades afectarán enormemente en un futuro inmediato. La lista de calamidades puede ser dividida en las antropocénctricas y las biocéntricas; las que afectan a la sociedad human y las que afectan la vida no-humana. Un ejemplo de calamidades antropocéntricas o humanocentristas incluyen el arrase de las ciudades costeras a causa del as grandes tormentas y el aumento en el nivel del mar o el aumento constante del cáncer de piel. Las calamidades biocéntricas o no centradas en el ser humano, como la extinción, preocupan mucho más a los ecologistas radicales y a los científicos que al público en general (a no ser que los animales o plantas en cuestión sean atractivos para el público, como es el caso de los elefantes, los lobos o los “redwoods”).

Un claro ejemplo de una calamidad biocentrica sin ningún interés publico es el preocupante decrecimiento de la población de ranas y el gran aumento de las mutaciones que sufren, probablemente causadas por la elevada cantidad de radiaciones ultravioletas y su exposición a agentes químicos sintetizados (Blaustein y Wake). La motivación de los ecologistas revolucionarios recae en su identificación con la vida biótica y con toda la naturaleza, y en su creencia de que luchan en defensa de la integridad de un mundo natural en continua evolución que está siendo atacado. Uno de los fallos cardinales de la línea principal del ecologismo es la ausencia de rechazo a su orientación antropocéntrica.

El déficit social del ecologismo profundo

Desde estas bases surge el ecologismo revolucionario y sus prescripciones sociales: el despertar espiritual, la educación ecológica, y un cambio político y económico fundamental. Con respecto a este último aspecto, el mensaje político de los ecologistas revolucionarios es débil. A pesar de sus elaboradas bases teóricas y su claridad, el estricto plano capitalista y las estrategias de intereses políticos continúan sin tener una amenaza real por parte de una teoría elaborada acerca de la transición a una sociedad ecológica futura.

El ecologismo revolucionario surge de rasgos propios del socialismo descentralizado, anarquismo, e incluso del tribalismo, pero no formula una alternativa coherente al capitalismo global. Se queda en ser más bien una filosofía de “no hagas” en referencia a la destrucción y alteración ambiental. El poderoso y positivo mensaje del ecologismo profundo necesita ser integrado en la práctica de la vida ordinaria de las personas.

Esperanza para el futuro

Casi todo el mundo marca una línea de defensa que incluye lo que necesita ser defendido. Pocos de nosotros aceptamos de buen grado ser atacados físicamente o que nos roben. Para mucha gente, la pérdida de algunas libertades es la chispa que les mueve a recurrir a protestas y rebeliones violentas. Los países declaran la guerra para defender su soberanía, sus fronteras y su independencia. Los ecologistas revolucionarios dibujan esa línea en defensa de la naturaleza.

Para unos pocos la desaparición del último 5% de los bosques ancestrales de Estados Unidos les hace contraatacar a las compañías madereras. Para otros la extinción y trato que reciben los animales les hace movilizarse en su defensa. Mientras se recrudezca el desastre ambiental y las personas experimenten sus efectos de diferentes maneras, más gente se unirá al ecologismo revolucionario.

Un epitafio ha sido aceptado por la comunidad científica conforme se demuestra el cambio medioambiental provocado por los humanos. A pesar de que la majestuosidad de la naturaleza queda patente continuamente, los científicos han observado una desaparición de especies, cambios en el hábitat, y la saturación de agentes contaminantes en los ecosistemas. La mentalidad materialista y la búsqueda de explotar la naturaleza propia del capitalismo aseguran la aceleración de la destrucción ecológica. Un epitafio similar debe alcanzar a la sociedad.

La primera gran catástrofe consecuencia de los daños medioambientales producidos por los humanos alterará la percepción pública del ecologismo revolucionario de manera que en lugar de ser clasificados como “terroristas” se les verá como héroes. Una de las principales declaraciones de los ecologistas revolucionarios es que nuestros nietos y nuestros bisnietos no nos preguntarán porqué no nos esforzamos más en reprimir a los ecologistas activos, sino porqué no nos unimos a ellos en su lucha por defender la naturaleza.

El nivel de cambio necesario en la sociedad humana para que pueda compartir la Tierra con sus otros habitantes acobarda a prácticamente todo el que recapacite sobre ello. Sin embargo, los ecologistas revolucionarios no se sienten asustados. Insisten en que podemos conseguir alcanzar el cambio necesario. Su perseverancia está motivada por un sentimiento de esperanza en una sociedad humana que respete el mundo vivo que nos rodea. A pesar del hecho de que tengan que enfrentarse a ataques violentos por parte de los trabajadores de seguridad de las corporaciones o que tengan que sufrir largas sentencias de prisión, continúan comprometidos con la defensa de la naturaleza. Sus páginas web y sus declaraciones escritas hablan de la importancia intrínseca de todos los seres vivos, de nuestra responsabilidad con respecto a la naturaleza, y su visión de la sociedad humana en armonía con el mundo natural. El ecologismo revolucionario cree en un futuro de paz y prosperidad para todos los seres vivos.

Mark Osma

1.- El término “mainstream” aparece continuamente en los textos originales escritos en inglés. El término se compone de las palabras “main” que quiere decir principal y “stream” que se refiere a la corriente de un río. En castellano no existe ningún término equivalente, así que hemos decidido traducirlo como “ecologismo de la línea principal”, “ecologismo común” o “de la corriente principal”. Se refiere a la línea seguida por grupos como Greenpeace o Amigos de la Tierra, que se encuentra en clara contraposición con respecto a la perspectiva del ecologismo revolucionario, dicha contraposición reside tanto en la visión que tienen ambas perspectivas del mundo como en las actividades que llevan a cabo para defender la naturaleza.