GESTIÓN DE HUERTOS URBANOS SOSTENIBLES

En los últimos tiempos, la horticultura urbana ha llamado la atención de un número creciente de personas interesadas en encontrar una conexión directa con la naturaleza y redescubrir el placer de cuidar de un huerto (Fig. 1). Sin embargo, hay que tener en cuenta que la horticultura (y la horticultura urbana también) tiene un elevado potencial de impacto ambiental en relación con la considerable cantidad de insumos necesarios para conseguir la producción. Por esta razón, es
importante adoptar prácticas que reduzcan el riesgo ambiental y de utilizar los recursos naturales de una manera sostenible. En la gestión del huerto, se debe tener cuidado con la preservación de la fertilidad del suelo, la gestión racional del agua, la protección de cultivos frente los agentes atmosféricos y las plagas, a fin de reducir el uso de productos químicos y crear un agro-ecosistema natural en equilibrio con el ser humano y con el medio ambiente circundante, tanto en zonas rurales como urbanas. Por otra parte, el uso racional de los medios técnicos (abonos químicos, pesticidas,
etc.) y de los recursos naturales disponibles, junto con la reducción de los desechos, puede permitir reducir los costes, para preservar la salud de los agricultores y producir hortalizas sanas y sabrosas.

El presente manual tiene como objetivo proporcionar una herramienta de referencia fácil que pueda ser utilizada por los agricultores urbanos en su actividad de la preservación verde de la ciudad. A pesar de que puede ser considerada como una actividad agrícola completa, el manejo de la plantación urbana requiere un poco de atención y consideraciones especiales en relación con las peculiaridades del contexto en el que se practica. Por lo que se refiere al manejo agronómico de la huerta, es importante considerar cuidadosamente el entorno en el que el proceso de producción se lleva a cabo, que se caracteriza por factores climáticos, edáficos y biológicos que influyen de diferentes maneras sobre los requerimientos de los cultivos y que deben satisfacer las necesidades de los mismos. Si esto no ocurre, la planta se somete a un estrés que reduce su productividad en comparación con su máximo potencial alcanzable. Una buena práctica podría ser el análisis
preliminar de las características del suelo en términos de fertilidad y aptitud para el cultivo de ciertas especies de plantas, así como la presencia de cualquier contaminante.

Por otra parte, para garantizar la homogeneidad y la armonía estructural de la superficie cultivada, es necesario
considerar los hábitos vegetativos de las especies cultivadas. Por ejemplo, siempre debe haber un equilibrio entre los árboles frutales y las plantas ornamentales, hortalizas, plantas aromáticas y medicinales, que también debe tener en cuenta las necesidades de producción y consumo que se espera de los agricultores urbanos. La orientación y el espacio en el huerto deben ser diseñados de una manera en la que reciba suficiente luz natural y ventilación. Esto puede ayudar a mejorar la eficiencia fotosintética y en consecuencia a un mejor control sanitario de los cultivos. Para limitar la zona del huerto se pueden usar setos, pero también es común encontrar vallas hechas con materiales reciclados, tales como marcos de cama, bastidores de secado, puertas, ladrillos cubiertos de plástico y más raramente de materiales de madera, dando así una apariencia irregular al área total. Las vallas, si están bien diseñadas, pueden jugar un papel productivo (por ejemplo, madera, pequeños frutos y flores), ecológico (por ejemplo, protección contra el viento y refugio para los animales), defensivo (por ejemplo, la erosión del suelo, la propiedad y la protección de cultivos ), sanitario (por ejemplo, barreras para amortiguar ruido o para reducir la contaminación ) y estético. Aspectos muy importantes del huerto urbano y periurbano son la buena gestión del agua y la recuperación y eliminación de residuos sólidos y líquidos (incluyendo la poda). Constantemente, se debe recomendar para tener una estructura de compostaje recoger los residuos de cultivos derivados de hojas, residuos herbáceos y poda, que después de la molienda y la maceración también serán útiles
para la fertilización.

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