El cuento de Mirtila

Te voy a contar un cuento. Una historia que será real, sólo si tú quieres que lo sea.

No hace mucho tiempo, en una casa de campo, vivía una niña de seis años llamada Mirtila. Sus padres estaban preocupados porque ahí no había más niños con los que jugar. Unas navidades sus padres le trajeron un regalo. Era una perrita, un cachorro de tres meses con un gran lazo azul atado a su cuello.

Mirtila, inconscientemente, lo primero que hizo fue fijarse en sus ojos. Tenía una mirada que transmitía tristeza y temor a la vez, la misma mirada que tendría cualquier niño al que separan de su madre y lo llevan a un lugar desconocido. La niña, sin saber por qué, le quitó el lazo. La levantó con cuidado y la apoyó en su regazo, intentando que Jill, la perrita, notase el calor de su cuerpo.

Mirtila nunca vio a Jill como un juguete, desde el primer momento la vio como una amiga. Para ella Jill siempre sería alguien en quien confiar, un sentimiento recíproco que las unió hasta el final.

Desgraciadamente, cuando Mirtila entraba en la adolescencia, su amiga se fue para siempre dejando un vacío en su corazón que ningún humano pudo llenar jamás.

El cariño que sentía hacia los animales la llevó a estudiar veterinaria. Cuando ya habían pasado más de seis meses desde que entró en la facultad, un profesor les dijo que les llevaría a visitar el animalario. “Por fin -pensó Mirtila- eso es lo que quería”. Hasta el momento las clases le habían parecido demasiado frías, ya era hora de entrar en contacto con los animales que habían venido a ayudar.

El profesor al día siguiente sorprendió a Mirtila cuando explicó que esos animales no estaban ahí porque estuviesen enfermos, sino que los tenían para realizar diferentes investigaciones. Tras acabar su introducción sobre lo que se realizaba ahí, entró en una nave y toda la clase le siguió. Entraron en una habitación oscura en la que sólo había una perra. Mirtila se quedó sin habla. Toda la gente que tenía a su alrededor había desaparecido. No había tenido esa sensación, ni visto esa mirada desde hacía muchos años. Desde que conoció a Jill, su mejor amiga. Mientras sus compañeros de clase tomaban apresuradas anotaciones de las explicaciones del profesor por las distintas salas, ella intentaba comprender algo muchísimo más importante.

Aquella noche no pudo dormir, su cabeza seguía dando vueltas, seguía intentando explicarse por qué tenían a aquella perra aislada en ese cuarto y se preguntaba qué habrían hecho con ella para que tuviese aquella mirada.

Durante varios días más estuvo pensando qué es lo que hacía que algunas personas tratasen así a los animales, pero nunca lo entendió. Después empezó a pensar en Jill. Recordó lo felices que habían sido las dos juntas y pensó lo mucho que la había echado de menos todo este tiempo. Por último se preguntó qué hubiese querido Jill que hiciera.

Esa misma noche acabaron sus lamentos y las lágrimas de frustración dejaron de caer de sus ojos. Cuando ya no había nadie por la calle salió ella y con pasos decididos se dirigió hacia su facultad por última vez. Pasó por delante del edificio en el que le habían dado clases y llegó hasta la nave. Retiró con cuidado el cristal de una ventana y entró al pasillo. Sus pies la guiaron hasta la perra solitaria. La levantó en sus brazos, la abrazó y la apretó contra su pecho como años atrás había hecho con Jill.

Cinco minutos más tarde desaparecían juntas en la oscuridad de la noche.

Caminaban hacia una nueva vida, una nueva vida para las dos.

 

 

Introducción al movimiento por la liberación animal, métodos y estragegias.

La publicación que tienes entre manos es un compendio de reflexiones efectuadas por una persona que está implicada en la lucha por la Liberación Animal. Todas ellas pretenden ser lo más objetivas posibles (teniendo en cuenta que se tratan de reflexiones personales). Se intenta contribuir a realizar un análisis crítico de muchas de las ideas que se mantienen dentro del movimiento y acerca del movimiento como tal. También se pretende que intentemos ser conscientes de los errores que estamos cometiendo para no repetirlos en el futuro, y así, conseguir que nuestro movimiento se vaya fortaleciendo mediante las críticas constructivas internas y mediante un proceso dinámico de aprendizaje continuo y creativo…

¿Qué es y qué quiere el movimiento por la Liberación Animal?

Infinitos caminos te han podido llevar a darte cuenta de que los animales no son lo que nos enseñaron en la escuela, lo que decía la tele, lo que te comentaron en catequesis o lo que te explicaron tus padres. Que no son individuos que habitan este planeta para que el ser humano disponga de ellos cuando le interese. Que el animal humano no es superior al resto de animales, por el mero hecho de serlo; al igual que el blanco no es superior al negro por el mero hecho de serlo.

Infinitos pueden haber sido los caminos que te hayan hecho darte cuenta de que el animal humano no es el único que no se mueve de modo mecánico, impulsado por unos instintos que le guían y de los que es imposible escapar. Has visto que también el resto de animales tiene sus propios intereses, miedos, apetencias, carácter, sentimientos, gustos, y en definitiva personalidad. Cada animal que habita este planeta es único e irrepetible, y todos quieren (queremos) disfrutar de sus vidas y decidir por ellos mismos. Quieren decidir por su vida, y que esa vida -la única que tienen- no sea esclavizada en beneficio de un humano con ganas de lucrarse.

Esto tan sencillo es lo que persigue el movimiento por la Liberación Animal. Que todos los animales, independientemente del sexo, la raza o la especie a la que pertenezcan sean (seamos) libres.

¿Es la Liberación Animal una utopía?

La Liberación Animal no es algo imaginario o imposible. La Liberación Animal es un hecho, una realidad que vivimos todos los días. Cada vez que persuadimos a una mujer para que no compre un abrigo de piel, cada laboratorio que hemos logrado que no se construyese, cada vez que convencemos a una persona a que se haga vegana, cada vez que liberamos a un animal que ha caído en una trampa, etc. estamos logrando la Liberación Animal. Estamos haciendo de la Liberación Animal algo tangible, real.

Conseguir un mundo totalmente libre de dominación tampoco es imposible, no es una utopía, pero tampoco es algo fácil de alcanzar, las cosas no caen del cielo. De todos modos “no es algo que nos deba preocupar”, en el sentido de que tengamos que estar continuamente pensando en los individuos que siguen encadenados, emprisionados y enjaulados, y martirizarnos por ello. No se trata de estar siempre tristes pensando en lo mucho que no podemos hacer, sino de pensar en lo muchísimo que sí podemos hacer por esos individuos que necesitan nuestra ayuda y hacerlo.

Tenemos que ser conscientes de que si realmente lo queremos, si cada uno de nosotros se levanta del sofá y hace todo lo posible por lograr que el mayor número de individuos sean libres, las cosas cambiarán. Cambiarán para cada uno de esos visones que no fueron utilizados para el abrigo de aquella mujer. Cambiarán para los miles de animales que no sintieron el bisturí en sus cuerpos gracias a que se detuvo el proyecto de crear un nuevo laboratorio. Cambiarán para los 87 animales que cada año hubiese consumido esa persona si no le hubieses convencido de que se hiciese vegana. Cambiarán para esa liebre que cayó en una trampa y que, gracias a ti, recuperó su libertad.

Pero hay que hacer las cosas bien. Tomarnos en serio lo que quiera que queramos hacer por los animales, porque es algo importante. Cada cosa, cada una de las cosas que hacemos es importante para acabar con la explotación, y debemos tomarnoslas en serio y poner todo nuestro empeño en ellas. Se debe terminar de dar charlas mal preparadas, el no saber responder a las preguntas de los asistentes a las mismas. Se debe terminar el convocar unas jornadas y no tenerlas preparadas. Se debe terminar el tener un proyecto y que, en caso de que lo terminemos, estemos tres años siendo que lo podíamos haber hecho en una semana. Estas conductas dicen muy poco a nuestro favor. Dicen que no nos interesa realmente la Liberación Animal, que no la llevamos dentro, en ese caso, es mejor no hacer nada a hacerlo porque nos sintamos forzados. O también pueden decir que, aunque sintamos la Liberación Animal, no nos parecen importantes las actividades que llevamos a cabo, y esto sí que es verdaderamente preocupante.

Debemos creer en lo que estamos haciendo y darnos cuenta de todo lo que conseguimos cuando realmente nos esforzamos, cuando lo damos todo. Todo lo que hacemos tiene sus repercusiones. Cada cosa que hacemos y que hacemos bien, cada animal que se ha librado de sus verdugos gracias a nosotros es infinitamente importante. Cada uno de estos animales no sólo es una victoria, no sólo es un paso adelante hacia la Liberación Animal sino que es la Liberación Animal en sí misma. Ésa es la verdadera esencia de la Liberación Animal: ¡Basta de quedarnos sentados en el sofá llorando por los animales a los que no podemos ayudar! Como ya se ha dicho antes, no es hora de llorar, no es hora de filosofar, los animales están ahí enjaulados y necesitan nuestra ayuda. Es hora de mover el culo del sofá. Ha llegado la hora de la Liberación Animal.

¿Cómo conseguir la Liberación Animal?

Es esta seguramente la pregunta que más quebraderos de cabeza y conflictos causa dentro del movimiento por la Liberación Animal. Y la razón de tantas disputas es que no tiene sentido esforzarse por encontrar una respuesta a una pregunta que jamás podría responderse con una única respuesta.

Como se ha mencionado cada animal tiene su propia personalidad, y esto, por supuesto, nos incluye a los animales humanos. El hecho de que cada humano tenga su propia personalidad inmediatamente hace que le agraden un tipo de cosas y desagrade otro, que tienda a escuchar unas cosas e ignore otras, que comprenda mejor unas ideas si han sido expuestas de un modo y peor si se le exponen de otra manera. Otra persona tendrá intereses muy distintos y se verá atraída por otras cosas.

Este hecho tan sencillo que rige nuestro día a día debemos saber extrapolarlo al movimiento. No debemos esforzarnos por encontrar ningún método mágico que se pueda aplicar a todo el mundo y que vaya a conseguir que la gente rechace continuar explotando animales. No debemos esforzarnos en ello porque estaremos perdiendo el tiempo. Y el tiempo es oro.

Al igual que cada persona es distinta, con cada una de ellas hay que utilizar una estrategia diferente para conseguir que se dé cuenta de que los animales no humanos también quieren ser libres y merecen que se les respete esa libertad.

Así, la única respuesta válida a la pregunta de cómo conseguir que la gente respete el deseo de todos los animales a ser libres es mediante la creatividad. Esa, la creatividad, el dinamismo y la capacidad de adaptarse a la diversidad interindividual que tiene el movimiento es la única llave maestra. No hay otra.

Muchas llaves, pero ninguna maestra

Si has conocido a una sola persona involucrada en el movimiento, entonces, al menos ya te habrá hablado de una llave mágica que esa persona tiene y que sirve para que cualquier persona en este planeta deje de explotar. No es cierto.

Las charlas son la “llave maestra” más conocida en el movimiento. La llave que supuestamente a más gente que explotaba animales ha convencido de que dejasen de hacerlo, aunque en realidad es, una llave que falla, al menos, tanto como las demás. Y falla por el mero hecho de que una charla es una llave, y cada persona que escucha es una cerradura. En muy pocas de esas cerraduras entrará esa llave y en menos aún conseguirá abrir la puerta.

Si queremos comprobar lo mucho que fallan las charlas para lograr que la gente deje de explotar animales lo único que tenemos que hacer es acudir a una. Observemos en primer lugar en qué tipo de lugares suelen realizarse, a cuanta gente atraen y qué tipo de gente acude. Enseguida comprobaremos que los lugares en los que se realizan no son frecuentados por gente de a pie, y que los pocos asistentes son ya, en su mayoría, cuanto menos vegetarianos. Por tanto, las charlas, hoy en día, no son tan efectivas como se dice. No son ninguna panacea.

Por el hecho de que las charlas no sean una llave maestra no deben ser menospreciadas, siguen siendo una llave y cada llave es una herramienta que debemos utilizar. Las llaves, las charlas podemos emplearlas no sólo en convocatorias a las que acuden unas pocas decenas de personas, de las cuales a alguna le haga cambiar su forma de ver las cosas. También pueden ser usadas en forma de diálogo en nuestro día a día. Con la gente que nos relacionamos. Ya sea en grupo o con personas concretas. De esta forma dinámica, en la que el mensaje se adapta mucho más ágilmente al receptor del mismo, las “charlas”/discusiones pueden abrir muchas puertas.

Igual que habrá a mucha gente a la que las charlas -aun en el caso de que hayan acudido a alguna y que haya estado muy bien preparada-no le hayan hecho cambiar su forma de ver las cosas, no debemos pensar que esa persona es inmutable. Que va a seguir viendo a los animales no humanos como instrumento independientemente de lo que hagamos, y ni mucho menos debemos pensar que si una buena charla no ha funcionado, nada lo hará.

Lo cierto es que, muchas veces que nos desesperamos, que nos damos cuenta de que una persona jamás dejará de explotar animales ella misma nos demuestra nuestra equivocación. Es esa persona la que nos hace ver que el problema no es el que explotar animales sea una parte intrínseca en ella sino que el método que hemos empleado, en ella, no le ha resultado efectivo. Quizás una charla a la que le invitamos a acudir, o una discusión que mantuvimos con ella, o un pasquín que le dimos no le hiciesen cambiar su percepción sobre los animales, pero un día está andando por la calle y ve -por ejemplo- un camión lleno de lechones que conducen al matadero, eso le hace pensar y adopta un estilo de vida vegano. Esto es una historia simplificada, pero no inventada, estas cosas pasan, y mucho.

Para darnos cuenta de que no hay ningún método mágico para hacer que la gente cambie su percepción de los animales no humanos podemos hacer algo tan simple como preguntar. Preguntemos a la gente veg(etari)ana que conozcamos qué les impulsó a ello, y preguntemos a la gente dentro del movimiento qué les impulsó a luchar por la Liberación Animal. Comprobaremos que cada persona tiene una respuesta que, a su vez, es tremendamente diferente a la del resto. Esto no es casualidad, todas las personas son diferentes, diferentes sus intereses, diferentes herramientas les hicieron cambiar su forma de ver las cosas.

Las charlas no son la llave maestra, pero ¿son la más eficaz?

Las charlas (o debates, mesas informativas, reparto de pasquines, etc.) por sí solas no son ni efectivas ni dejan de serlo. Tampoco son ni más efectivas ni menos que otras estrategias. Depende de cómo se apliquen y con quien. De que una charla sea efectiva o no depende de : [1] la charla en sí (qué dice, de qué habla, si está bien expresada, bien organizada, si es coherente, qué aspecto trata, utiliza los sentimientos o el razonamiento, emplea buenos ejemplos, etc.) [2]: de el oyente (habrá personas que tengan mayor o menor facilidad para escuchar, personas que sean más emotivas, otras más racionales, otras que sean incapaces de escuchar una hora seguida a alguien, otras que necesitan muchos ejemplos, etc. ) y [3]: de la interacción entre la charla y el oyente (qué pensamientos y sentimientos despierta la charla en la persona, si es que despierta alguno, si le resulta a la persona interesante o aburrida, etc.). Aquí volvemos a lo mismo, lo que haya funcionado para una persona no tiene porqué funcionar para otra, y viceversa. Cada persona es distinta.

Pero por el hecho de que las charlas ,panfletos, o mesas informativas, etc. no vayan a servir con todo el mundo, no por ello deben ser despreciadas. Por el hecho de que una llave inglesa no sirva para sacar tornillos no quiere decir que sea una herramienta inútil. Por el contrario, debemos usar nuestro ingenio y en lugar de tirar la llave inglesa por no poder destornillar con ella, seamos creativos, y, si no tenemos martillo usemos la llave inglesa no sólo para su cometido inicial, sino también para clavar clavos.

Cuantas más herramientas tengamos en la caja y más creativos seamos empleándolas más fácil será que funcione nuestro taller. En caso de que andemos un poco justos de herramientas (nuestros recursos son limitados) o que no podamos arreglar todos los “coches” del mundo no debemos tirar la toalla. Sin duda muchos hemos arreglado y muchos más vamos a arreglar.

Cuantas más charlas mejor, cuanta más variedad muchísimo mejor

Hay quien dice que dado que el objetivo del movimiento de la Liberación Animal es lograr que todos los animales sean libres -y que para ello sea esencial que los animales humanos cambien su concepto que mantienen sobre los no humanos- la mejor forma de hacerlo es dar charlas. Esto ya ha sido comentado y se ha señalado que es una teoría reduccionista y simplista que se basa en tratar a todas las personas como si fuesen iguales, y eso, dista mucho de ser real.

Hay una teoría que lleva esta simplificación al extremo. Consiste en afirmar que no sólo las charlas son el único medio para lograr que la gente reflexione sobre su forma de ver al resto de animales sino que, además, estas charlas deben centrarse sobre este aspecto de forma directa. Es decir, ha aparecido una tendencia por parte de algún grupo a tener como actividad única el dar charlas y en esas charlas tratar el tema del especismo de modo exclusivo.

Cierto es que para que los animales no humanos sean libres es esencial que los humanos deben cuestionarse su relación con ellos, no obstante, para incitar que esto ocurra no hay un método que sea extrapolable a todas las personas. Debemos tener en mente que cada persona es distinta. Una proporción de personas, a la que le atraigan los temas filosóficos, quizás se encuentre interesadas por este tipo de charlas en las que se emplean términos como “especismo”, o personas muy abiertas de mente que aceptan de buen grado que directamente y durante dos horas se les cuestione la relación de abuso que mantienen con los animales. Incluso es posible que algunas de ellas a continuación mantengan un debate interno. Pero no todo el mundo es así.

Una grandísima proporción de personas encontrarán verdaderamente soporífera una charla de este tipo, tan filosófica, incluso si son muy abiertos a nivel mental, simplemente les aburriría, y es comprensible. Otras personas no serán tan abiertas de mente y huirán ante una confrontación directa y un cuestionamiento durante dos horas, reaccionarán de forma muy negativa con un fuerte rechazo hacia las personas que han dado la charla y hacia el movimiento de Liberación Animal. Y es que, no son muchos los que estan dispuestos a cambiar todo el esquema mental que han ido formando durante toda su vida por algo que les diga una persona que no conocen de nada, aunque esa persona tenga razón. Otros muchos dejarán de escuchar cuando el ponente hable de términos tan “poco atractivos y estrambóticos” como “especismo”.

No por ello deben dejar de existir esas charlas de confrontación directa, porque hay a gente de tipo muy racional que sí que le pueden resultar atractivas. Por ejemplo en una facultad de filosofía pueden resultar bastante eficaces, sin embargo, el que funcionen con algunos no implica que lo vayan a hacer con todos. En absoluto. Es posible que esas mismas personas que jamás escucharán las charlas de cuestionamiento directo, aquellas que sólo tratan del tema tan teórico del especismo, estén dispuestas a acudir a una charla que trate temas no tan abstractos, temas sobre los cuales tengan muchas imágenes mentales previas y muchos sentimientos relacionados con los animales, sentimientos que le conmueven. Es nuestra tarea aprovechar esos sentimientos y saber reencauzarlos.

Probablemente estas personas de las que hablo, con un estilo de pensamiento no tan racional, no tan filosófico, no estarán dispuestas a escuchar una charla “soporífera” (para ellos) sobre el especismo, pero cada vez que ven a una señora vestida con pieles algo les removerá su interior. O cuando cambiando de canal ven a un tauricida matando a un toro se les encogerá el corazón.

Estas personas acudirán, sin dudarlo, a una concentración contra la industria peletera, o a una manifestación contra el tauricidio, o contra la vivisección pero no a una charla sobre especismo. Y es que, de nuevo, las personas nos somos todas iguales.

¿Qué tenemos que hacer en esa concentración, o en esa charla sobre las pieles? Es muy importante que se realice -en un punto de la misma- un comentario que haga que los asistentes relacionen su desaprobación hacia la industria de la piel (o de lo que sea) con el comportamiento que ellos mantienen cada día con los animales, con su forma de ver a los animales no humanos. Con un simple comentario se puede desatar una impresionante cantidad de pensamientos, el debate interno que se ha mencionado. Muchos asistentes estarán horas pensando por sí mismos sobre su relación con los animales no humanos, sobre sí han estado equivocándose, etc. Sin embargo quizás hubiesen rechazado que otra persona les pusiese enfrente, durante horas, esas mismas preguntas que, ellos mismos se van planteando de modo espontáneo.

Un comentario tan simple como: “los organizadores de esta manifestación contra las corridas de toros queremos recordar que los humanos no somos quienes para abusar de un toro, pero tampoco debemos disponer del resto de animales para vestirnos, hacer experimentos con ellos o utilizarlos como si fuesen comida. Los animales no humanos, al igual que los humanos desean ser libres y nosotros podemos y debemos respetar su libertad”. Ese simple comentario puede ser la semilla para ese debate interno que cada persona tiene que mantener para cambiar su forma de ver a los animales no humanos. El creer que las charlas es el método único y que sólo las charlas sobre especismo deben formar parte de nuestro repertorio es tremendamente reduccionista. Es tratar a todas las personas como si fuesen iguales, las personas, afortunadamente, no son robots. No obstante, sí que es cierto que, en todas y cada una de las actividades que llevemos a cabo es fundamental que, de un modo u otro (no tiene porqué ser un comentario, también una pregunta, o una imagen/escena), incitemos a ese debate interno esencial para la Liberación Animal.

Por tanto, la conclusión viene a ser otra vez la misma, la fórmula mágica no existe, o mejor dicho hay muchas, y depende de la persona a la que se le dirija. Así que, debemos contar con un amplio repertorio y no desaprovechar ninguna estrategia.

Liberación Animal 

Más que palabras