BEAGLES EN LA EXPERIMENTACIÓN ANIMAL

A Beagle Freedom Project, políticos, periodistas y el público en general, nos suelen preguntar:

“¿Por qué se utilizan beagles, y no otras razas, en los laboratorios del mundo?”

Consultamos revistas científicas e industriales y no tardamos en descubrir que son la raza preferida por “su buen comportamiento, tamaño y otros rasgos físicos” [i] así como por su “temperamento dócil.”[ii] En otras palabras, las mismas características que hacen que los beagles sean excelentes compañeros y miembros de nuestras familias, también les convierten en víctimas de la experimentación animal. Pero quisimos ahondar un poco más. Hay infinidad de perros de carácter apacible, así que, ¿por qué se eligió a los beagles, y no a otros, para hacer experimentos?

La primera institución del mundo que tomó la decisión de experimentar, específicamente, en beagles, fue la Universidad de Utah. Los primeros ocho beagles fueron comprados por la Universidad de Utah el 3 de Abril, de 1951, al señor A. Clyde Clark, un criador de perros de Weston, en West Virginia, que era miembro del “West Fork Beagle Club.” Además, otros beagles fueron comprados a diversos criadores pequeños ubicados en la zona de Salt Lake City. El uno de marzo de 1952, la universidad había comprado un total de 61 beagles para criar, y su programa de cría comenzó de inmediato. Hacían que las perras quedasen embarazadas en su primer celo, y el personal de laboratorio practicaba cesáreas tan pronto como los beagles, todavía dentro del útero, pudiesen sobrevivir. Esto permitía que las perras quedasen embarazas rápidamente “para obtener la mayor producción de cachorros.”

En junio de 1953, la colonia ascendía a 175 beagles. En 1955 había 309 beagles en un espacio que había sido diseñado para albergar, como máximo, a 200 perros. El personal de laboratorio calificó las instalaciones de estar en situación de “claro hacinamiento.” Para reducir gastos, a los perros se les alimentaba con carne de caballo. En 1960 se habían criado más de 671 cachorros para ser empleados en los letales experimentos de toxicidad radioactiva. Cada uno de los 671 cachorros eran hijos de 32 parejas de beagles.

Los perros de la Universidad de Utah estaban siendo empleados para hacer pruebas, las cuales eran financiadas por una comisión de energía atómica conocida como “The Beagle Project.” A todos los beagles se les inyectó plutonio, un radionucléido altamente tóxico. Algunos perros fueron inyectados con dosis altamente tóxicas, y se dejó que padeciesen los dolorosos efectos de envenenamiento por radiación sin anestesia. Tumores de huesos, terribles desfiguraciones del esqueleto, pérdida de dientes y fracturas “espontáneas” fueron algunos de los efectos más frecuentemente observados en los perros que recibieron altas dosis. Los beagles que recibieron la dosis más alta de radiación tenían una media de más de 20 fracturas cada uno (comparados con cero fracturas en los grupos de control). Las fracturas se daban en cualquier parte del cuerpo del perro. Se observaron fracturas de la mandíbula, pómulo, costillas, patas, o espina dorsal. Debido a que los experimentadores estaban principalmente interesados en saber cómo la exposición a sustancias radioactivas podía afectar a la esperanza de vida, a los perros que estaban sufriendo intensamente no se les concedió la misericordia de la eutanasia.

 

La Universidad de Utah buscó la atención mediática en cuanto se inauguró la colonia de beagles. En 1952, el Salt Lake Tribune publicó una historia favorable titulada “Los perros de Villabeagle.” En Abril de 1956, logró captar la atención de todo el país cuando la revista Mechanix Illustrated publicó un artículo sobre el laboratorio titulado “Estos perros están realmente calientes.” En la revista se podía leer “los amantes de los perros no tienen por qué preocuparse, los experimentos son indoloros; no ha muerto ningún perro,” lo cual era incorrecto debido a que ya habían muerto varios perros, y muchos otros, estaba claro que se estaban muriendo.

Este tipo de experimentos pronto se propagaron a la Universidad de California-Davis; al Laboratorio Nacional Argonne, en Illinoins; el Laboratorio Pacific Northwest, en el Estado de Washinton; el Instituto de Investigación Respiratoria de New México; y La Universidad Estatal de Colorado, todos firmando contratos con la Comisión de Energía Atómica para experimentar en beagles. Más de cien mil millones de dólares fueron empleados para financiar estas investigaciones, y se mataron a más de 7.000 beagles en experimentos terriblemente dolorosos en los que se les inyectaron o se les forzó a inhalar sustancias radiactivas.

Pese a que no lograron aportar datos de importancia extrapolables a la salud humana, este proyecto que se extendió durante décadas durante la Guerra Fría dejó un legado que perdura. Los Beagles Radioactivos fue la primera vez que se seleccionó al beagle como el medio para obtener datos en lugar de como un compañero con el que compartir cariño. Esta decisión provocó el crecimiento de una inmensa industria. En 1952, no había criaderos comerciales de beagles dirigidos a la industria de la experimentación. En 1970, el año en el que se publicó un compendium titulado ‘El beagle como perro experimental’, había, al menos, 56 instalaciones para criar beagles destinados a la industria de la investigación. La gran capacidad de abastecimiento supuso que decenas de miles de beagles podían ser producidos y matados cada año y obtener enormes beneficios, todo fuera de la luz pública.

Todavía vivimos en la sombra de Los Beagles Radioactivos. Cada año son usados casi 60.000 perros en investigaciones, pruebas y prácticas en Estados unidos, y la gran mayoría de ellos son bealges. En Bealge Freedom Project intentamos rescatar tantos supervivientes como nos sea posible, y crear conciencia social sobre la triste vida que les espera a estos perros en el laboratorio.

[i] Selection, Acclimation, Training, and Preparation of Dogs for the Research Setting
[ii] Characterization of the oculocardiac reflex during compression of the globe in Beagle dogs and rabbits

 

Beagle Freedom Project.

Beagle Freedom Project es una organización de rescate y defensa de animales, sin fines de lucro. BFP se dedica al rescate y rehabilitación de animales utilizados en pruebas e investigaciones y sometidos a otras formas de crueldad, abuso y negligencia. BFP se esfuerza por poner fin a esta crueldad a través de sus programas educativos, iniciativas de campaña y esfuerzos para hacer del mundo un lugar mejor, más seguro y más saludable tanto para los animales como para las personas. Desde 2010, la organización ha estado liberando a sobrevivientes de experimentos de laboratorio, animales para personas mayores y con necesidades especiales de refugios y víctimas de terribles abusos de todo el mundo.

No importa cuál sea la condición, la ubicación o el gasto, Beagle Freedom Project está listo para rescatar, rehabilitar y repetir.