Lo personal es político: feminismo y antiespecismo. (Catia Faria)

Este artículo defiende que asumir el conocido slogan feminista “lo personal es político”, de forma consistente y sin un sesgo especista, amplía el alcance de nuestras obligaciones morales, incluyendo a individuos de las demás especies. Procede examinando las similitudes estructurales entre sexismo y especismo, en particular respecto a la discriminación, la desigualdad, la opresión y el papel de todas ellas en la construcción de la masculinidad cisheteropatriarcal. Se concluye que ambas formas de discriminación deben ser rechazadas. Asimismo, el artículo evalúa críticamente la respuesta del ecofeminismo a estos problemas y defiende que es incompatible con los objetivos que deben ser perseguidos desde el feminismo antiespecista. Finalmente, se exploran las implicaciones prácticas que se siguen de asumir “lo personal es político” más allá de la especie humana, con particular énfasis en cuestiones clásicas del feminismo tales como las relaciones erótico-afectivas y la decisión reproductiva.

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La Educación de la Mujer. (Concepción Arenal)

Capítulo 1. Relaciones y diferencias entre la educación de la mujer y la del hombre

Nos fijaremos bien en la diferencia que hay entre educación e instrucción. Un hombre puede ser muy instruido y estar muy mal educado, y estar muy bien educado y no ser muy instruido.

Esto nos indica que si la educación no debe prescindir de la inteligencia, no se dirige exclusivamente a ella, sino a todas las facultades que constituyen el hombre moral y social; a los impulsos perturbadores para contenerlos, a los armónicos para fortificarlos, a la conciencia para el cumplimiento del deber, a la dignidad para reclamar el derecho, a la bondad para que no se apure contra los desventurados. La educación procura formar el carácter, hacer del sujeto una persona con cualidades esenciales generales, de que no podrá prescindir nunca y necesitará siempre si ha de ser como debe. Al educador del joven no le importa saber si el educando será un día militar o magistrado, ingeniero o albañil; su misión es formar un hombre recto, firme y benévolo, y que lo sea constantemente en la posición social que le depare la suerte o él se conquiste; cualquiera que sea, su firmeza, su rectitud y su benevolencia son indispensables, si ha de conducirse bien, al frente de un regimiento o presidiendo un tribunal. Los accidentes, las exterioridades, las apariencias, podrán variar; pero las condiciones esenciales que la educación perfecciona son las mismas, cualquiera que sea la posición social del que las tiene.

Cuando estas condiciones, esenciales son deficientes en alto grado, se ven grandes señores, ricos capitalistas, hombres inteligentes e instruidos, de los cuales se burlan gente ignorante y hasta los criados, que los desprecian por su falta de carácter; no es raro que este desprecio se convierta en dominio más o menos ostensible, y que hombres muy medianos manejen al que les es infinitamente superior por la posición social y por la ciencia, pero al que falta carácter, personalidad, aquello que es esencial para todo hombre, que la educación debe fortalecer y que no da el conocimiento de los astros ni de los microbios.

Si la educación es un medio de perfeccionar moral y socialmente al educando; si contribuye a que cumpla mejor su deber, tenga más dignidad y sea más benévolo; si procura fortalecer cualidades esenciales, generales siempre, aplicables cualquiera que sea la condición y circunstancias de la persona que forma y dignifica; y si la mujer tiene deberes que cumplir, derechos que reclamar, benevolencia que ejercer, nos parece que entre su educación y la del hombre no debe haber diferencias.

Si alguna diferencia hubiere, no en calidad, sino en cantidad de educación, debiera hacer más completa la de la mujer, porque la necesita más. No entraremos aquí en la cuestión de si tiene inferioridades, pero es evidente que tiene desventajas naturales; y agregando a éstas las sociales, que, aunque no son tantas como eran, son todavía muchas, resulta que, si no ha de sucumbir moralmente bajo el peso de la existencia, si no ha de ir a perderse en la frivolidad, en la esclavitud, en la prostitución, en tanto género de prostituciones como la amenazan y la halagan, necesita mucha virtud, es decir, mucha fuerza, mucho carácter, mucha personalidad. La mujer, para ser persona, ha menester hoy y probablemente siempre (porque hay condiciones naturales que no pueden cambiarse), para tener personalidad, decimos necesita ser más persona que el hombre y una educación que contribuya a que conozca y cumpla su deber, a que conozca y reclame su derecho, a dignificar su existencia y dilatar sus afectos para que traspasen los límites del hogar doméstico, y llame suyos a todos los débiles que piden justicia o imploran consuelo.

Esto no es pedir una cosa imposible, puesto que hay mujeres de éstas en todos los pueblos civilizados, y en los más cultos muchas. La educación de la mujer tiene un gran punto de apoyo en su fuerza moral, que es grande, puesto que, en peores condiciones, resiste más a todo género de concupiscencias e impulsos criminales. Verdad es que esto lo niegan algunos autores, pero sin probar la negativa, porque no es prueba la prostitución, cuya culpa echan toda sobre las mujeres, como si no fuera mayor la de los hombres, por muchas causas que no debemos aquí analizar, ni aun enumerar.

La fuerza moral de la mujer se revela en la mucha necesaria para el cumplimiento de sus deberes que exigen una serie de esfuerzos continuos, más veces desdeñados que auxiliados por los mismos que los utilizan. Cuando el hombre cumple un deber difícil, recibe aplauso por su virtud; los de las mujeres se ignoran: sin más impulso que el corazón, sin más aplauso que el de la conciencia, se quedan en el hogar, donde el mundo no penetra más que para infamar; si hay allí sacrificio, abnegación sublime, constancia heroica, pasa de largo: sólo entra cuando hay escándalo.

Se alega que la frivolidad natural de la mujer es un obstáculo insuperable para darle una personalidad sólida, grave, firme.
Confesemos humilde y razonablemente que todo lo que decimos todos respecto a la mujer debe tomarse, hasta cierto punto, a beneficio de inventario, es decir, a rectificar por el tiempo; porque, después de lo que han hecho los hombres con sus costumbres, sus leyes, sus tiranías, sus debilidades, sus contradicciones, sus infamias y sus idolatrías, ¿quién sabe lo que es la mujer, ni menos lo que será? Su frivolidad es natural, dicen, pero la afirmación parece más fácil que la prueba. De todos modos, no por eso debe dejar de combatirse; natural es el robo y se pena; las cosas se califican por buenas o por malas, y la mayor propensión a éstas sólo indica la necesidad de medios más enérgicos para corregirlas. Pero, hay que repetirlo, el natural de la mujer ha venido a ser un laberinto, cuyo hilo no tenemos.

Lo que se ha dicho de la vanidad, que se coloca donde puede, es aplicable a otros defectos: la actividad de la mujer, imposibilitada de emplearse en cosas grandes, se emplea en las pequeñas, sin que tal vez éstas tengan para ella un atractivo especial; juzgando por el resultado, se hace subjetivo lo que es objetivo y no se ve que lo pueril no está exclusiva mente en la cosa que halaga la vanidad, sino en la vanidad misma, que puede ser tan frívola buscando aplausos para un discurso en el Parlamento, como para un rico traje de última moda. No hemos asistido (ya se comprende) a ninguna recepción de Palacio; pero hemos visto a veces en la calle a los que a ellas iban, y bajo el punto de vista de la frivolidad, no nos parecía que hubiese diferencia esencial entre las bandas, las cruces y los bordados de los hombres, y los encajes, las cintas y las flores de las mujeres.

Dejando al tiempo que resuelva las cosas dudosas, lo que nos parece cierto es que los esfuerzos deben dirigirse a satisfacer las necesidades más apremiantes, y que la más apremiante necesidad de hoy, para el hombre como para la mujer, es la educación, que forma su carácter, que los convierte en persona. La persona no tiene sexo: es el cumplimiento del deber, sea el que quiera; la reclamación de un derecho, sea el que fuere; la dignidad, que puede tenerse en todas las situaciones; la benevolencia, que, si está en el ánimo, halla siempre medio de manifestarse de algún modo.

Pensamos, por lo tanto:

Que la educación debe ser la misma para el hombre que para la mujer;

Que es más urgente aún respecto a la mujer, porque, siendo para ella la personalidad más necesaria, está más combatida por las leyes y por las costumbres;

Que la falta de personalidad es un obstáculo para su instrucción y, adquirida, para que la utilice;

Que, por más que se ilustre, si no se educa, si no tiene gravedad y dignidad, si no es un carácter, una persona, aun los que sepan mucho menos que ella procurarán y hasta lograrán hacerla pasar por marisabidilla;

Que no hay más que un medio de que las mujeres sean respetadas, y es que sean respetables: lo cual no se conseguirá con sólo tener instrucción si no tiene carácter. Hay momentos y países en que la cuestión, como suelen serlo las sociales, es circular; a la mujer no se la respeta porque no es respetable, y no es respetable porque no se la respeta. Cuando esto sucede, es difícil, pero no imposible, que la mujer se blinde, por decirlo así, con una sólida personalidad; pero si lo consigue ha de dar por bien empleado el trabajo que le costó, y sabrá cuánto vale tener en sí algo que no esté a merced de nadie.

Como, en nuestra opinión, no debe haber diferencias esenciales entre la educación del hombre y de la mujer, las relaciones en la esfera educadora han de ser necesariamente armónicas.

Capítulo 2. Medios de organizar un buen sistema de educación femenina y grados que ésta debe comprender

Dados los pocos recursos pecuniarios e intelectuales con que cuenta la educación de la mujer, y la indiferencia, si no la prevención, desfavorable con que el público la mira, sería en vano pedir fondos para crear muchas y bien organizadas escuelas; lo único práctico nos parece introducir en las actuales algunas modificaciones, o siquiera la idea de que, si es preciso instruir a la mujer, no es menos necesario educarla, para que moralmente sea una persona y socialmente un miembro útil de la sociedad.

Ya se concede que hay que educar a la mujer lo necesario para que sea buena esposa y buena madre. Y ¿cuál es lo necesario para eso? No está bien determinado y aparece con la vaguedad de las cosas que no se ven claramente, ni pueden verse, porque no tienen existencia real. En efecto; la buena esposa y la buena madre es una ilusión si se prescinde de la buena persona, y la buena persona es ilusoria si se prescinde de la personalidad.

Es un error grave, y de los más perjudiciales, inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre; equivale a decirle que por sí no puede ser nada, y aniquilar en ella su yo moral a intelectual, preparándola con absurdos deprimentes a la gran lucha de la vida, lucha que no suprimen, antes la hacen más terrible los mismos que la privan de fuerzas para sostenerla: cualquiera habrá notado que los que menos consideran a las mujeres son los que más se oponen a que se las ponga en condiciones de ser personas, y es natural.

Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independiente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene deberes que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie, un trabajo que realizar, e idea de que la vida es una cosa seria, grave, y que si la toma como juego, ella será indefectiblemente juguete. Dadme una mujer que tenga estas condiciones, y os daré una buena esposa y una buena madre, que no lo será sin ellas. ¡Cuánta falta le harán, y a sus hijos, si se queda viuda! Y, si permanece soltera, puede ser muy útil, mucho, a la sociedad, harto necesitada de personas que contribuyan a mejorarla, aunque no contribuyan a la conservación de la especie. La falta de personalidad en la mujer esteriliza grandes cualidades de miles de solteras o viudas, y no es poco el daño que de su falta de acción benéfica resulta.

Los que dirigen, auxilian o influyen en los establecimientos de enseñanza de la mujer deberían procurar que su educación concurriera eficazmente a formar su carácter, no contentándose con que saliesen de la escuela alumnas instruidas, sino aspirando al mismo tiempo a que fueran personas formales.

Convendría inculcar repetidamente la obligación del trabajo, tarea perseverante, útil, reproductiva, y no frívolo pasatiempo; del trabajo que dignifica, contribuye a la felicidad, consuela en la desgracia y es un deber que, cumplido, facilita el cumplimiento de todos los otros. Con decir esto no se dirá nada nuevo, pero se recordará mucho olvidado y más no practicado en un país en que, respecto a las mujeres de las clases bien acomodadas, no se tiene generalmente idea de que deben trabajar porque no necesitan ganarse la vida. Prescindamos, que no es poco prescindir, de que estos propósitos de holganza van unidos a los proyectos de que la vida la ganará un marido que no viene, o que hubiera sido mejor que no viniese. ¿La vida se reduce a comer? Todo el que no tenga de ella tan bajo concepto, comprenderá que la vida que no sea solamente material, y con riesgo de ser brutal, la vida de la conciencia, de la inteligencia, del corazón, no puede ser obra del trabajo de otro, y tiene que ganársela uno mismo.

«El que no trabaja que no coma», ha dicho San Pablo. Muchos comen que no trabajan, pero ninguno que no trabaja es persona; es cosa, que anda descalza o en coche, cubierta de galas o de andrajos, pero cosa siempre. La persona es una actividad consciente y útil; todo lo demás son cosas que, según las circunstancias, podrán ser más o menos perjudiciales, pero que lo son siempre para sí y para los demás, porque en el combate de la vida no hay neutralidad posible; hay que decidirse por el bien o por el mal.

Contribuiría mucho a formar el carácter serio de la mujer y consolidar su personalidad el que se interesara y tomase parte activa en las cuestiones sociales. ¡Cómo! ¡Meterse ella en el intrincado laberinto de la oferta y la demanda, de la concurrencia y el proteccionismo y el libre cambio, de las relaciones del trabajo y el capital, etc.!

No es necesario que entre en estas cuestiones, o que entre todavía; pero todas ellas tienen una fase muy sencilla que no necesita estudiarse y que basta con sentirla: esta fase es el dolor sin culpa, y ¡ay! casi siempre sin consuelo. ¿Quién más que la mujer puede y debe darlo?

Los hombres que han calificado el sexo de piadoso no llevarán a mal, antes deben aplaudir, que tenga piedad de los que sufren y procure consolarlos.

Hay una huelga: los patronos ven exigencias injustas de los obreros; éstos, tiranías crueles de los patronos; las autoridades, una cuestión de orden público; los egoístas indiferentes, un tumulto que turba su sosiego; brotan odios, injurias, calumnias, abusos de la fuerza, excesos iracundos de la debilidad desesperada. Y ¿no hay más que eso? Sí; esos miles de hombres, que resuelven no trabajar para mejorarlas condiciones del trabajo, tienen miles de hijos que carecen de pan desde el momento que su padre no gana jornal, y en su miserable vivienda está la fase más terrible de la cuestión: el sufrimiento de los inocentes, porque los niños lo son, tengan o no culpa los padres. Lo más terrible de las huelgas (donde no hay fuertes cajas de resistencia, como sucede en España) no está en los tumultos de las calles y de las plazas; está en casa del obrero, donde la miseria tortura e inmola sin ruido, porque el llanto de las débiles criaturas no se oye. La mujer debe oirlo, debe resonar en su corazón; y la huelga, signifique para los hombres lo que significare, razón o absurdo, justicia o iniquidad, será para ella dolor inmerecido. Y ¿no le llevará algún consuelo?

En todo problema social hay una fase dolorida; y suponiendo que sea la única que puede entender la mujer, tiene, por desgracia, bastante extensión para ocupar su actividad bienhechora. Todo el bien que en este sentido haga, se convertirá en un medio de perfección.

Nada más propio para dar gravedad al carácter y consistencia a la personalidad que la contemplación compasiva de tantos dolores como entraña esa cuestión de cuestiones que se llama la cuestión social.

Cuando se sabe lo que pasa en las prisiones, en los hospitales, en los manicomios, en los hospicios, en las inclusas; cuando se ven miles de niños preparándose al vicio y al crimen en la mendicidad, y cruelmente maltratados si no llevan el mínimo de limosna que sus verdugos les exigen; cuando se compara el precio de las habitaciones y de los comestibles con el de los jornales, que tantas veces faltan; cuando se considera este cúmulo abrumador de dolores que no se consuelan, de males a que no se busca remedio, ocurre preguntar: ¿Dónde están las mujeres?

Algunas están donde deben, pero son pocas; tan pocas, que su actividad benéfica se pierde en la inercia general. ¿Por qué así? Por muchas causas que aquí no podemos analizar, ni enumerar siquiera, limitándonos a comprobar el hecho, de una desdichada evidencia.

No lo condenamos en nombre de ideas atrevidas, ni de novedades peligrosas; no se trata de cuestiones intrincadas, de problemas difíciles, de derechos controvertidos, de aptitudes dudosas; se trata de practicar las obras de misericordia, ni más, ni menos.

Esta práctica, que no debe ser alarmante aun para los que son hostiles a la ilustración de la mujer, contribuiría eficazmente a su educación, como lo prueba la experiencia en los países en que las mujeres, tomando gran parte, y muy activa, en las obras benéficas, fortalecen en este trabajo piadoso altas dotes que sin él se debilitarían, y ennoblecen y consolidan su carácter.

No podemos tratar aquí de cuánto influiría para el bien en las cuestiones sociales el que la mujer tomase parte en ellas consolando los dolores que son su causa o su consecuencia; debemos limitarnos a decir y repetir que la desgracia que se conoce, se compadece y consuela, enseña, eleva y fortalece mucho; es decir, que es un grande elemento de educación.

La mujer es paciente, afectuosa, insinuante; no le falta perspicacia; si convenientemente se la educa e instruye, comprenderá y aun adivinará, si el discípulo atiende, se distrae o se cansa, hasta dónde entiende ésa y encontrará medios de que aprenda lo que es capaz de aprender; es decir, que consideramos a la mujer con aptitud para la enseñanza.

¿Hasta dónde deberá enseñar? Hasta donde sepa; su esfera de acción pedagógica debe coincidir exactamente con su esfera moral a intelectual, y aun creemos que las cosas que sepa tan bien como el hombre las enseñará mejor que él.

Capítulo 3. Aptitud de la mujer para las demás profesiones.- Límites que conviene fijar en este punto

A un Congreso pedagógico no se puede mandar un libro para que le discuta; las sesiones son pocas, los asuntos muchos, la discusión está absolutamente limitada por el tiempo; todo lo cual impone la necesidad de un laconismo más propio para dar definiciones de lo que se sabe o se cree saber, que para explicarlo. Por otra parte, la ilustración de los congresistas suple las explicaciones que no necesitan; con indicaciones basta.

Los Padres de aquel Concilio que suscitaron la duda de si la mujer tenía alma, no sospechaban que en la guerra separatista de los Estados Unidos de América, cuando los federales mal dirigidos estaban en una situación muy comprometida, los sacó de ella y les dio el triunfo el plan de campaña de una mujer, que adoptaron los hombres, aunque ocultando su origen femenino para no desacreditarlo. Tampoco los susodichos Padres hubieran imaginado que en la Exposición de Chicago, para las grandes construcciones de la Exposición femenina, veinticuatro arquitectas habían de presentar planos, muchos notables, todos buenos (dice un periódico profesional inglés redactado por hombres); ni que en el tercer Congreso de Antropología criminal que acaba de celebrarse en Bruselas, su Vicepresidente, al hacer el resumen de los trabajos, dijera: «Madama Tarnowski, en un concienzudo estudio de los órganos de los sentidos en las mujeres criminales, nos ha demostrado que sabe aplicar con toda exactitud los principios de la experimentación fisiológica más ardua; séame permitido felicitarla y darle gracias por haber venido a nuestra reunión, y presentarla como ejemplo a sus colegas del sexo fuerte.»

Hay todavía gentes que casi están a la altura de los Padres aludidos; por otra parte, el mundo intelectual de la mujer puede decirse que es un nuevo mundo, vislumbrado más que visto, donde cualquiera que sepa mirar comprende que hay mucho que ver, pero donde todavía se ha visto poco.

Por de pronto, y para la práctica, podrían bastar algunos breves razonamientos.

¿Todos los hombres tienen aptitud para toda clase de profesiones?

Suponemos que no habrá nadie que responda afirmativamente.

¿Algunas mujeres tienen aptitud para algunas profesiones?

La respuesta no puede ser negativa sino negándose a la evidencia de los hechos.

¿El hombre más inepto es superior a la mujer más inteligente?

¿Quién se atreve a responder que sí? Resulta, pues, de los hechos que hay hombres, no se sabe cuántos, ineptos para ciertas profesiones; mujeres, no se sabe cuántas, aptas para esas mismas profesiones; y si al hombre apto no se le prohíbe el ejercicio de una profesión porque hay algunos ineptos, ¿por qué no se ha de hacer lo mismo con la mujer? ¿Se dirá que la ineptitud es en ella más general? Aunque esto se probara, no se razonaría la opinión ni se justificaría el hecho de vedar el ejercicio de las facultades intelectuales al que las tenga. Supongamos que no hay en España más que una mujer capaz de aprender medicina, ingeniería, farmacia, etc. Esa mujer tiene tanto derecho a ejercer esas profesiones como si hubiese diez mil a su altura intelectual: porque el derecho, ni se suma ni se multiplica, ni se divide; está todo en todos y cada uno de los que lo tienen, y entre las aberraciones jurídicas no se ha visto la de negar el ejercicio de un derecho porque sea corto el número de los que puedan o quisieran ejercitarle.

El médico, como hombre, ¿tiene derecho a ejercer su profesión? ¿Se le autoriza para ejercerla en virtud de su sexo, o de su ciencia. ¿Qué se pensaría del que, sin haber estudiado quisiera recetar u operar, y dijese al enfermo: «yo no sé medicina, ni cirugía, pero le curaré a usted porque soy hombre?» Se pensaría en enviarle a un manicomio; y si el hombre, no por serlo, sino por lo que sabe, puede ejercer una profesión, a la mujer que sepa lo mismo que él ¿no le asistirá igual derecho?
No creemos que pueden fijarse límites a la aptitud de la mujer, ni excluirla a priori de ninguna profesión, como no sea la de las armas, que repugna a su naturaleza, y ojalá que repugnara a la del hombre. Sólo el tiempo puede fijar esos límites, que en el nuestro se han dilatado tanto en algunos países.

Decíamos más arriba que, para la práctica podrían bastar algunos breves razonamientos; debemos decir más bien para las necesidades del discurso, porque la práctica ofrece obstáculos de todo género que no se vencen con razones. Las leyes, la opinión de los hombres, la que muchas mujeres tienen de sí mismas, el no hallarse con bastante fuerza (se necesita mucha) para luchar con la desaprobación y con el ridículo, con resistencias de afuera y de casa, todo contribuye a limitar la esfera de acción intelectual de la mujer, a limitarla de hecho, aunque en teoría no se le pongan límites.

No se crea por lo dicho que en los establecimientos exclusivos para la enseñanza de la mujer deseamos que haya cátedras de metafísica, filosofía del derecho y cálculo infinitesimal. Todo lo contrario; quisiéramos que esta enseñanza fuese encaminada a facilitar y perfeccionar la práctica de profesiones fáciles, de artes y oficios lucrativos, de que hoy están excluidas las mujeres, y lo quisiéramos por muchas razones.

1.ª Porque hoy, aunque no se exprese así, la enseñanza de la mujer viene a ser la enseñanza de la señorita; y debe procurarse que todas las clases participen de los beneficios del saber, cada una en la medida y dirección que le conviene.

2.ª Porque en todo es regla de razón empezar por lo más fácil; y es más fácil preparar una joven para que sea relojera, pintora de loza, telegrafista, tenedora de libros, etc., etc., que enseñarle ingeniería o medicina.

3.ª Porque, viendo que los establecimientos de enseñanza de la mujer dan resultados de esos que se llaman prácticos, que proporcionan medios de vivir y de amparar a su familia a muchas jóvenes que hubieran sido una carga sin la instrucción recibida, esto contribuirá muy eficazmente a conquistar la opinión pública en favor de la enseñanza de la mujer.

4.ª Porque esta dirección, encaminada a facilitar y perfeccionar las profesiones fáciles y los oficios y artes de aplicación, contribuiría a combatir muchas preocupaciones respecto a los trabajos que pueden o no hacerse decorosamente.

5.ª Porque, vistos los resultados que dan los Institutos de segunda enseñanza, debe evitarse que tengan ninguna semejanza con ellos los establecimientos para la instrucción de la mujer.

Y ¿dónde podrá adquirir la mujer los conocimientos especiales y superiores para esas profesiones cuyo ejercicio no hay derecho a negarle? Muchos de esos conocimientos, muchos más de lo que se cree, puede adquirirlos en su casa, porque es con frecuencia bastante ilusorio el auxilio que presta un profesor cuando no sabe mucho ni tiene buen método, o, aunque lo tenga y sepa, se dirige, más que a discípulos, a oyentes (cuando atienden), por ser tanto su número que no es posible individualizar, ni enseñar a estudiar, y el profesor poco más puede hacer, si lo hace, que un libro sobre el mismo asunto que con atención, sosiego y economía de tiempo se leyera en casa. Además, consultando a personas competentes se puede estudiar en los libros mejores; si las circunstancias favorecen, se puede buscar un maestro que enseñe; mientras que, catedrático, hay que tomar el que dan, que no siempre es el mejor.

Con la enseñanza privada, sin más intervención oficial que los exámenes, hay ahora facilidades para que las mujeres puedan hacer estudios superiores; respecto a los que exigen la asistencia a los establecimientos públicos, esperamos que los hombres se irán civilizando lo bastante para tener orden y compostura en las clases a que asistan mujeres, como la tienen en los templos, en los teatros, en todas las reuniones honestas, donde hay personas de los dos sexos.

¡Sería fuerte cosa que los señoritos respetasen a las mujeres que van a los toros Y faltaran a las que entran en las aulas!

Capítulo 4. La educación física de la mujer

Donde, como acontece en España, la educación física del hombre está descuidada, la de la mujer ha de estarlo más, y tanto, que respecto a ella no hay sólo descuido, sino dirección torcida.

Las mujeres del pueblo se debilitan por exceso de trabajo, las señoras por exceso de inacción; y los que sin salir de la errónea rutina aspiran a que sean buenas madres, no lo consiguen ni aun bajo el punto de vista fisiológico.

Las mujeres del pueblo que se debilitan por exceso de trabajo son las que trabajan en el campo, en las minas, machacando piedra, etc.

Hay otros trabajos que no parecen excesivos porque no exigen gran esfuerzo muscular, y suelen ser los más enervantes y fatales a la salud, ya porque obligan a una vida sedentaria, ya porque la trabajadora, encerrada en su estrecha vivienda o en una fábrica, no tiene siquiera la compensación de respirar aire puro como la mujer de los campos. La miseria estrecha tan de cerca a la trabajadora sedentaria, le impone condiciones tan terribles en la hora presente, que al educador le es más fácil enseñar cómo la falta de higiene acaba con su vida, que evitar que la aniquile y la mate. Esto hoy.

¿Y mañana? Mañana podría comprenderse el absurdo de que los hombres aprendan un oficio y las mujeres no; ellas que, con menos fuerza muscular, necesitan, y pueden suplirla con la destreza, y por falta de educación industrial están condenadas a ser siempre braceras.

La educación física de la mujer del pueblo no puede intentarse sin hacer su trabajo más productivo por medio de su instrucción industrial y de su mayor consideración social: porque debe notarse que a veces la misma obra, y aun mayor, se paga menos porque es una mujer la que la hace. El difícil remedio de este grave mal es asunto de discusión pedagógica, en cuanto la dignificación de la mujer de una clase influye indirectamente en el bien de todas, y porque la instrucción en general, y la industrial en particular, contribuiría a que la mujer, menos abrumada por la miseria, pudiese tener higiene y recibir educación física.

Esta educación respecto a la mujer de las clases acomodadas no halla imposibilidad material, pero sí grandes dificultades, que oponen la rutina y la ignorancia, y un cúmulo de preocupaciones que consideran la debilidad física como una parte de las gracias y de los atractivos de sexo. Si una niña que conserva aún el instinto de conservación quiere ejercitar sus músculos con alguna energía, se la reprende, diciéndole que esos juegos son de muchachos; las niñas han de jugar de modo que no se rompan el vestido (tan fácil de romper), ni se despeinen, etc. Han de pasear como en procesión, andar acompasadamente con los brazos colocados de cierto modo y poco menos rígidos que los de un cadáver. Cuando es ya señorita y no ya al colegio, no sale de casa sino a misa y a paseo, y esto pocas veces, porque no tiene quien la acompañe, porque hay que hacer visitas, recibirlas, prepararse para ir al teatro o a alguna reunión, dar la lección de piano, estudiarla, concluir una labor para un día determinado, o una novela prestada que hay que devolver, etc., etc. ¡Y qué paseo! Sale tarde, no va al campo a respirar el aire libre, sino donde hay gente, y cuanta más mejor; no hace apenas ejercicio, y la molesta el calor, el frío, el viento, la lluvia, todo. Ya perdiendo el gusto natural de ejercitar las fuerzas, de arrostrar la intemperie, debilitándose y haciéndose completamente sedentaria; así llega a ser madre de hijos más débiles que ella, sus nietos lo serán aún más todavía, y la degeneración es indefectible y visible para cualquiera que observe. Con la inacción física o intelectual se quiere tener buenas madres, y se tienen mujeres que no pueden criar a sus débiles hijos ni saben educarlos.

Muchos defectos físicos e intelectuales de la mujer se han convertido en el ideal de la belleza, al menos para un número de personas que, según todas las apariencias, constituyen una gran mayoría. Los que comprenden la necesidad de la educación física de la mujer y la quieren, tienen que luchar con fuerzas muy superiores en número; pero no deben desalentarse, porque todo progreso empieza con la lucha de pocos contra muchos.

Entre varios medios que pueden ponerse en práctica hay uno propio de la Pedagogía, con el concurso de ciencias auxiliares. En las escuelas normales primero, y después en todas, debería enseñarse a la mujer la importancia de la higiene, siendo una parte esencial de esa higiene el ejercicio ordenado de sus músculos, y, acomodándose a las circunstancias, establecer alguna especie de gimnasia.

Lo aprendido en las escuelas sería letra muerta, al menos por mucho tiempo, si fuera de ellas no recibía un apoyo eficaz con la publicación de libros y de cartillas que generalizaran conocimientos, de que hoy carecen aun las personas muy ilustradas en otros conceptos.

Para disipar ignorancias, vencer rutinas y contrarrestar hábitos nada sería tan eficaz como la asociación, que da medios de que el individuo aislado carece y que, en la resistencia como en el ataque, agrupa las fuerzas y las multiplica.

Debe anotarse que a tantas causas como conspiran contra la salud y la robustez en las sociedades modernas, hay que añadir, heredada de las antiguas, una muy poderosa: el desprecio, casi el horror del cuerpo como materia vil, de que debe prescindirse en lo posible para no ocuparse más que del alma. Los ascetas no sabían, y muchos que no lo son ignoran hoy, que el mayor enemigo del alma es un cuerpo débil.

Si se ha dicho mens sana in corpore sano, bien se dirá «carácter débil en cuerpo enfermizo»; y los trastornos, puede decirse los estragos, del histerismo serían tan raros como hoy son frecuentes si se atendiese a la educación física de la mujer.

Concepción Arenal

Feminismo y dieta vegetariana: breve exposición de las principales posturas sobre el vínculo entre la subordinación de las mujeres y el consumo de carne. Jimena Rodríguez Carreño.

Actualmente, desde ciertas teorías feministas, se sostiene que la relación que existe entre los diversos tipos de opresión (el sexismo, el racismo, el especismo, la destrucción del medio ambiente, etc.) supone que la defensa de una de estas causas no tenga sentido sin una lucha simultánea por todas las demás. En este artículo se expondrán brevemente las posturas más destacadas acerca del vínculo que se ha establecido desde una de dichas teorías –el ecofeminismo vegetariano- entre el consumo de carne y el dominio de los varones sobre las mujeres. Desde el ecofeminismo vegetariano se entiende que llevar una dieta libre de carne e, incluso, de cualquier producto de origen animal constituye una obligación moral para toda persona que se considere feminista. Esta premisa no es, sin embargo, compartida por todas las teóricas feministas, por lo que ha sido objeto de fuertes críticas. Pero aun entre aquellas feministas que sí ven clara la relación entre sexismo y dieta omnívora, no hay tampoco un total acuerdo acerca de hasta qué punto es o no legítimo que, en determinadas circunstancias, incluyamos la carne en nuestra dieta.

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Centros de Recuperación de Fauna en España

ANDALUCIA

Coordinación de la Red Nacional de CREAs
Director: Antonio Franco Ruiz (Servicios Centrales de la Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía)
Avenida Manuel Siurot nº 50. Edificio Sundhein
41013 Sevilla
Coordinación Técnica: Isabel Molina Prescott (Servicios Centrales de egmasa-Consejería de Medio Ambiente).
C/Johan G. Gutenberg s/n
Isla de la Cartuja 41092 Sevilla
Telef: 670 945 937 // 955 044766
imolina@egmasa.es

CREA LAS ALMOHALLAS. ALMERIA
Director Adjunto: Juan Carlos Nevado
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Almería
Tel.: 950 011 150
Encargado del CREA: Juan José Alesina Ruiz
Zona recreativa ³Las Almohallas²
Antigua Casa Forestal «Las Almohallas»
Vélez-Blanco. Almería
Tel. 670.944.592

CREA DUNAS DE SAN ANTÓN. CÁDIZ
Directora Adjunta: María Soledad Páez
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Cádiz
Tel. 956 008 711
Encargado del CREA: Antonio Guillen Barea
Camino de los enamorados s/n
Casa Forestal «Dunas de San Antón»
El Puerto de Santa María (Cádiz)
Tel. 670.946.198

CREA LOS VILLARES. CÓRDOBA
Director Adjunto: Rafael Arenas
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Córdoba
Tel.: 957 001 300
Encargado del CREA: Miguel Carrasco Cassaut
Carretera de Obejo-Córdoba, a 12 Km. de la capital
. Tel.: 670.947.901

CREA EL BLANQUEO. GRANADA
Director Adjunto: Manuel Chirosa
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Granada
Tel.: 958 026 000
Encargada de centro: Jorgina Acevedo Puga
Antigua carretera de Sierra Nevada, Km. 7, entre las localidades de Cenes de la Vega y Pinos Genil.
Tel.: 670.945.699

CREA QUIEBRAJANO. JAÉN
Directora Adjunta: Paloma Prieto
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Jaén
Tel.: 953 012 400
Encargado del CREA: Francisco García Bueno
Carretera del pantano del Quiebrajano s/n
Se localiza en el Monte La Sierra, a 25 Km., de Jaén capital.
Tel.: 670.946.263

CREA PECHO VENUS. MÁLAGA
Directora Adjunta: Julia Salazar
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Málaga
Encargada del CREA: Ana Naranjo Anaya
Antigua Casa Forestal Pecho Venus. Sierra de Tolox.
Tel. 670.94.45.98

CREA SAN JERÓNIMO. SEVILLA
Director Adjunto: Fernando Ostos
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Sevilla
Tel.: 954 004 400
Encargado del CREA: Javier Bejarano Segura
Carretera C-433 Sevilla- La Rinconada Km. 1,5.
Tel.: 670.941.592
CREMA (Centro de Recuperación de Especies Marinas Amezadas) de Málaga
Directora Adjunta: Julia Salazar
Delegación Provincial de Medio Ambiente de Málaga
Persona de contacto-Director del CREMA: José Luis Mons

Aula del Mar de Málaga
Avda. Manuel Agustín de Heredia, 35 Málaga
Tel.: 952 229 287 // 689 772 335
Centro de Recuperación de Animales Silvetres del ZooBotánico Jerez
Persona de contacto: Miguel Ángel Quevedo

Taxdirt, s/n,
11404 Jerez de la Frontera. Cádiz
Tel. 956182397 – 956184207 Fax: 956311586
tecnicos.zoo@aytojerez.es

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Acebuche
Persona de contacto: Celia Sánchez Sánchez
Parque Nacional Doñana.
21760 Matalascañas. Huelva
Tel y Fax 959506170
ppereira@arrakis.es

Centro de Cría, Educación y Recepción de Fauna de Salvaje Cañada de los Pájaros
Reserva Natural Concertada.
Centro de Adopción de Fauna Irecuperable (no rapaces)
Persona de contacto: Maribel Adrián Dossío
Ctra. Puebla del Río a Isla Mayor, Km. 8
Aptdo de Correos 2.
41130 PUEBLA DEL RÍO. SEVILLA
Tel. y Fax. 955772184
canñdaldelospajaros@cañadadelospajaros.com

ARAGÓN

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre La Alfranca
Persona de contacto: José Manuel Sánchez
Finca de la Alfranca S/N
50195 Pastriz. Zaragoza
Tel.976131577
:alauda99@teleline.es

Centro de Recepción de Fauna Silvestre, El Planizar, Teruel
Persona de contacto: Nicolás Ferrer-Bergua Leese
C/San Francisco, 27
44001 Teruel
Tel. 659 153 108 , 666 323 678
Fax 978 641 231
nferrerbergua@aragob.es / ideleonardo@arag

ASTURIAS

CEPESMA (Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas)
Paseo del Muelle, nº 325
33700 Luarca
Tel. 689570708 / 985470370
cepesma@cetaceos.com
auladelmar@cepesma.com

Centro de Recepción de Fauna Salvaje de FAPAS
Persona de contacto: Roberto Hartasanchez
La Pereda
33509 Llanes
Tel.: 985 40 12 64
fapas@telefonica.net

BALEARES

Centre de Recuperació de la Fauna Sivestre de GOB Menorca
Persona de contacto:Frederic Bosch
Dirección: Camí d’Es Castell, 59
07702 Maó. Menorca (Illes Balears)
Tel. 971350762 Fax 971351865
Móvil 619834597
crecup@gobmenorca.com

INICI

Centre de Recuperació de Fauna Salvatge de la Fundació Natura Parc
Persona de contacto : Lluís Parpal Ramis
Carretera de Sineu, Km 15’400.
07142 Santa Eugenia. Mallorca
Tel. 971144532 Fax. 971144532
luisparpal@hotmail.com

Centre Sanitari Municipal de Protecció Animal de Son Reus
Persona de contacto: Pedro Morell
Ctra, de Soller, km. 8,2
07120 Palma de Mallorca (Islas Baleares)
Tel. 971438695
Fax. 971438864

Centre de Recuperació de Fauna Marina de la Fundación Marineland
C/ Garcilaso de la Vega, 8
07181 Calvià, Mallorca
Persona de contacto: Gloria Fernàndez
Tel. 971675125 / 650965704
Fax 971675554
gfernandez@aspro-ocio.es

CANARIAS

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre «La Tahonilla»
Persona de contacto: Carmen Méndez Corona
Dirección: Ctra. Gral La Esperanza, km. 0.4
38291 La Laguna. Sta. Cruz de Tenerife
Tel. 922250002
Fax.922314869
crfauna@cabtfe.es

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira
Persona de contacto: Pascual Calabuig Miranda
Dirección: Vivero Forestal de Tafira
Carretera del Centro Km 7
35.017 Las Palmas de Gran Canaria
Tel. 928351970
Fax. 928353560
PCALABUIG@telefonica.net

CASTILLA LA MANCHA

Centro de Estudios de Rapaces Ibéricas CERI
45671 Sevilleja de la Jara. Toledo
Tel. 925455004
uholfeh@nexo.es

Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Albacete
Carretera de Ayora, km. 1,5
Albacete
Tel.967520062

Centro de Recuperación el Chaparrillo
Carretera de Porzuna km. 3,5
13071 Ciudad Real
Tel. 926229800

Centro de Recuperación de Fauna Salvaje el Ardal
Dirección: Carretera de Albenda.
Cuenca
Tel. 969146019

Centro de Recuperación de Guadalajara
Avenida Pedro San Vázquez s/n
19001 Guadalajara
Tel. 949210959
Fax. 949887093
tiocevet@yahoo.es

CASTILLA Y LEON

Centro de Recuperación de Animales Silvestres «Los Guindales»
Persona de contacto: Olga Alarcia
Vivero los Guindales. Ctra. de Valladolid, Km 3.9
09001 Burgos
Tel. 947461189
alaaleol@jcyl.es

Centro de Recuperación de Especies Protegidas «Las Dunas»
Persona de contacto: Teresa Tarazón
Servicio de Medio Ambiente
C/ Villar y Macías
37071 Salamanca
Tel. 923296026
Fax. 923296041
teresa.tarazona@sajcyl.es

Centro de Recuperación de Animales Salvajes «Los Lavaderos»
Persona de contacto: José Lara Zabía
Crta. de Arevalo s/n.
Zamarramala
40196 Segovia
Tel. 921433340 / Oficinas: 921417430
Fax: 921417200
Técnico: Elisa Cacharro: caccarel@jcyl.es

Centro de Recuperación de Aves de Valladolid
Persona de contacto: Matías Diez
Cañada Real, nº 222
47008 Valladolid
Tel. 983249862
Fax: 983414464
diepozma@jcyl.es

Centro de Recepción de Fauna de Avila
Persona de contacto: Nicolás González
Vivero Forestal «El Alamo»
Calzada de Niharra, s/n, Ávila
Tel. 920355001 (Oficinas)
Fax: 920208296
NicolasGonzalez@auv.jcyl.es

Centro de Recepción de Fauna de Valsemana. León
Persona de contacto: Juan José Martínez
Centro de Valsemana,
24152 Lugán. León
Tel.987694219 / 987296168
Fax: 987296125
Juan-jose.martinez@le.jcyl.es

Centro de Recuperación Fauna Silvestre de Zamora
Persona de contacto: Mariano Rodríguez Alonso
Villaralbo, 4159 Zamora
Tel. 980510361
Fax: 980526991

CATALUNYA

Centre de Fauna de Torreferrussa
Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural
Persona de contacto: Manel Pomarol
Ctra. de Santa Perpetua a Sabadell, km. 4.5
08130 Santa Perpetua de la Mogoda. Barcelona
Tel. 935617017/935600052
crf.torreferrussa.dmah@gencat.cat
Director del Centro: manel.pomarol@gencat.cat

Centre de Fauna de Vallcalent
Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural
Persona de contacto: Xavier Marco
Partida de Vallcalent, nº 63
25199 Lleida
Tel. 973282276
Fax: 973283684
cfvallcalent.dmah@gencat.cat

Centre de Fauna del Canal Vell
Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural
Persona de contacto: Francesc Vidal i Esquerrè
Pl. 20 de Maig, s/n
43850 Deltebre. Tarragona
Tel. 977267082 Tel. 977482181
Fax. 977481392
canalvell.dmah@gencat.cat

Centre de Fauna dels Aiguamolls de l’Empordà
Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural
Persona de contacto: Berto Minobis
Mas el Cortalet
17486 Castelló d’Empuries. Girona
Tel. 972454222, 675 78 33 29
Fax. 972454474
rec.aiguamolls.dmah@gencat.cat

CEUTA

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Ceuta
Persona de contacto: Fco. Javier Martínez Medina
OBIMASA
Consejería de Medio Ambiente, Ciudad de Ceuta
Carretera de Benzú – García Aldave, s/n. 51003, CEUTA
Tfno: 956 520104 Fax: 956 520103
FJMartinez@ceuta.inf

COMUNIDAD VALENCIANA

Centro de Recuperación de Fauna «La Granja» de El Saler
Persona de contacto: Cati Gerique
Avda. de los Pinares, 106.
46012 El Saler. Valencia
Tel. 961610847
Fax.961610300
centro.granja@cma.m400.gva.es

Centro de Recuperación Forn del Vidre
Persona de contacto: Martín Surroca
Dirección. Ctra. La Senia-Fredes, s/n
12599 La Pobla de Benifassar. Castellón
Tel. 610 591768
ib313622@public.ibercaja.es

Centro de Recuperación de Fauna de Santa Faz
Persona de contacto: Pedro María Mojica
Vivero Forestal . Crtra. Alicante – Valencia km. 86,400 Prolongación Calla Alverola s/n
03559 Santa Faz Alicante
Tel.96 5150810
Fax. 965263276 ( Especificar que es para el Centro)
centro.santafaz@cma.m400.gva.es

EXTREMADURA

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre y Educación Ambiental «Los Hornos»
Persona de contacto: Javier Caldera
Dirección: Oficinas y Centro: Crta. del Risco s/n, Apdo. 7
101181 Sierra de las Fuentes. Cáceres
Tel. 900351858 / 927200170 / 927200218
crhornos@aym.juntaex.es

Centro de Cría de Aguilucho Cenizo de AMUS
Persona de contacto: Álvaro Guerrero
Dirección: AMUS (Acción por el Mundo Salvaje)
Pza. del Pilar s/n Apdo. 6.
06220 Villafranca de los Barros. Badajoz
Tel: 924 520 428
amus100@hotmail.com

Centro de Cría de Cernícalo Primilla de DEMA
Persona de contacto: Pepe Antolín
Encargada: Cristina Giner
Apartado de Correos 268
C. P.06200, Almendralejo. Badajoz
Tel. 924 671 752 / 678 244 414 / 647 292 776
demagrupo@wanadoo.es

GALICIA

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de A Coruña
Persona de contacto: Federico Sánchez Rodríguez
Rua Emilia Pardo Bazán s/n.
Consellería de Medio Ambiente
15179 Santa Cruz de Lians- Oleiros. A Coruña
Tel. Persona de contacto: 981184539
Tel. Centro. 981626241/ 679928280
crfsc@eresmas.com

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre -Cotorredondo
Persona de contacto: Pablo Sierra
Lago de Castiñeiras s/n
36140 Figueidido. Pontevedra
Tel. 986680390 / 600333123
esabrain@teleline.es

Centro de Recuperación de Fauna do Rodicio
Persona de contacto: Alfredo Rua Rua
Centro de Recuperación da Fauna do Rodicio. Alto do Rodicio. Maceda. Ourense
Tel. 988302051 Oficinas: 988386568
alfredoru@wanadoo.es

Centro de Recuperación de Fauna O Veral
Persona de contacto: Raquel Ruiz Melendo
Dirección Centro: Carretera de Friol s/n Lugo
Dirección Postal: Conselleria de Medio Ambiente- Servicio de Espacios Naturales y Biodiversidad
Ronda de la Muralla n º70
27002 Lugo
Tel. Centro. 982207705
Tel. Persona de contacto.982207705
raquel.ruiz.melendo@xunta.es

CEMMA ( Coordinadora para el Estudio de Mamíferos Marinos)
Persona de contacto: Alfredo López
Tomás Miranbel, 90
36340 Nigran (Pontevedra)
Tel. (unidad móvil): 686 98 90 08
cemma@arrakis.es

LA RIOJA

Centro de Recuperación de Fauna Salvaje «La Fombera»
Persona de contacto: Ignacio Gámez Carmona
Ctra. de Zaragoza km. 1,3
26006 Varea. Logroño
T. 941260405 / 699 98 22 77
centro.faunasilvestre@larioja.org

MADRID

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat)
Persona de contacto: Ernesto Álvarez Xusto
Aptdo. de Correos 11,
28220 Majadahonda. Madrid
Tel. 916387550,
Fax. 916387411
grefa@grefa.org / http://www.grefa.org

BRINZAL Centro de Recuperación de Rapaces Nocturnas
Persona de contacto: Raúl Alonso
Apdo. de Correos 150.104
28080 Madrid
Tel y Fax. 914794565
Móvil de guardia: 670933240
brinzal@brinzal.org / http://www.brinzal.org

Centro de Recuperación de Especies Protegidas de Buitrago de Lozoya
Persona de contacto: Pilar Lanzarot
Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid
C/ Princesa, nº 3, 8ª planta 28008 Madrid
Tlfno.: 91 868 04 96 (CREP) / 91 580 38 78 (Consejería de Medio Ambiente)
mplanzarot@mx4.redestb.es

Centro de Naturaleza y Recogida de Fauna Herida CAÑADA REAL
Persona de contacto: José España Báez
Ctra. M-533- Km. 1.600;
Peralejo- El Escorial-.28211 Madrid.
Tel. 918906980
Fax: 918900451
pespan@eresmas.com

MURCIA

Centro de Recuperación de Fauna Silvestre «El Valle» de la Región de Murcia
Persona de contacto: Alejandro Bayón del Río.
Parque Natural El Valle.
La Alberca 35150 Murcia
Tel. 968844907
abayon@um.es
http://www.carm.es/siga/esquema/indice.htm

NAVARRA

Centro de Recuperación de Fauna de Ilundain
Persona de contacto: Enrique Castién
Dirección General de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda
C/Yanguas y Miranda, 27, 1º
31003 Pamplona
T. 848426800
629461978 Gloria Giralda ( veterinaria)
ecastiea@cfnavarra.es

Centro de Recuperación de Fauna de GURELUR
Persona de contactos: Antonio Munilla i Noelia López Labat
Manuel de Falla, 8 bajos
31005 PAMPLONA
Tel. Fax 948 15 10 77 / 606980068
:gurelur@bme.es / www.gurelur.org

PAIS VASCO

Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Martioda
Persona de contacto: Laura Alorza Patricia Lizarraga
O1191 Martioda Alava/ Araba)
01001 Vitoria/Gasteiz (Alava/Araba)
Tel y Fax 945181616
Móvil: 635749381 / 635749882
centromartioda@parques.alava.net

Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Guipúzcoa Donostia/San Sebastián
Persona de contacto: Josean Albisu
Arrano-Etxea Camino Agiti, 2º Igueldo
20008 Donostia/San Sebastián Guipúzcoa
Tel.943210584

Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Bizcaia
Persona de contacto: José Ignacio Inchausti
Granja Foral de Gorliz; Camino Kukullus s/n
48630 Gorliz
Tel. 946774852; 944206825;656795370
jose.ignacio.inchausti@bizkaia.net

Políticas de la visión sobre el viviente animal: la línea que encierra y la línea que corta. MJ Silva Massacese.

En este texto nos proponemos analizar el modo en que se han trazado las políticas de la visión sobre los animales. A partir de la autopsia de una elefante realizada frente a Luis XIV (Derrida 2010), nos detendremos en algunas transiciones cruciales como la transformación de la Casa de Fieras en el zoológico moderno, que también encuentra su correlación en el traspaso de la autopsia real hacia el teatro anatómico. Finalmente, estas modulaciones se combinan en la naciente ciencia experimental a través de la experimentación en animales, que implican prácticas tanto de disección como de vivisección. El objetivo de este trabajo es reconstruir las afinidades impensadas entre las políticas de encierro y las políticas quirúrgicas en torno a los animales, para mostrar que los modos de ver, los modos de tener y de disponer de los vivientes animales se encuentran todos orientados por la curiosidad y justificados por la soberanía de lo humano sobre otras formas de vida.

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