Hacia la superación ética del especismo: Unidad y esencialidad de todos los seres en la voluntad de vivir schopenhaueriana.

La filosofía occidental, de profunda raigambre racionalista, nos presenta a la ética como una cuestión exclusivamente humana. De forma transversal y con muy contadas excepciones, la filosofía moral arraigada entre nosotros no ha sido más que un cúmulo de cavilaciones milenarias sobre la libertad, el deber, la virtud o la felicidad del llamado “animal racional”. Con su cenit en la máxima kantiana del imperativo categórico ―rector de la ética― de no tratar jamás al hombre como un medio, sino siempre como un “fin en sí”, hemos sido testigos a lo largo de la tradición filosófica de la exclusividad antropocéntrica de todo pensar la moral, expresión dogmática del engaño de diferencia que repercute en la separación absoluta entre el yo y el no-yo que, según el filósofo alemán A. Schopenhauer ―autor central en nuestra investigación― nace de la pluralidad de nuestro mundo como representación y se alimenta del superficial tratamiento en la filosofía de conceptos clave como los de intelecto y entendimiento, arbitraria y erróneamente censurados en la reflexión que incorpora a los animales no humanos. En orden a superar esta ética restrictiva, Schopenhauer sugiere un cambio de paradigma: la apertura hacia una ética extensionista y esencialista fundada en el reconocimiento de la unidad de la voluntad de vivir, de la cosa en sí como esencia común a todos los seres sintientes, para así abandonar la artificial excelencia humana y abrazar el reconocimiento del otro en su mismidad, en la absoluta unidad metafísica que tiene como resultado la compasión.

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Introducción al movimiento por la liberación animal, métodos y estragegias.

La publicación que tienes entre manos es un compendio de reflexiones efectuadas por una persona que está implicada en la lucha por la Liberación Animal. Todas ellas pretenden ser lo más objetivas posibles (teniendo en cuenta que se tratan de reflexiones personales). Se intenta contribuir a realizar un análisis crítico de muchas de las ideas que se mantienen dentro del movimiento y acerca del movimiento como tal. También se pretende que intentemos ser conscientes de los errores que estamos cometiendo para no repetirlos en el futuro, y así, conseguir que nuestro movimiento se vaya fortaleciendo mediante las críticas constructivas internas y mediante un proceso dinámico de aprendizaje continuo y creativo…

¿Qué es y qué quiere el movimiento por la Liberación Animal?

Infinitos caminos te han podido llevar a darte cuenta de que los animales no son lo que nos enseñaron en la escuela, lo que decía la tele, lo que te comentaron en catequesis o lo que te explicaron tus padres. Que no son individuos que habitan este planeta para que el ser humano disponga de ellos cuando le interese. Que el animal humano no es superior al resto de animales, por el mero hecho de serlo; al igual que el blanco no es superior al negro por el mero hecho de serlo.

Infinitos pueden haber sido los caminos que te hayan hecho darte cuenta de que el animal humano no es el único que no se mueve de modo mecánico, impulsado por unos instintos que le guían y de los que es imposible escapar. Has visto que también el resto de animales tiene sus propios intereses, miedos, apetencias, carácter, sentimientos, gustos, y en definitiva personalidad. Cada animal que habita este planeta es único e irrepetible, y todos quieren (queremos) disfrutar de sus vidas y decidir por ellos mismos. Quieren decidir por su vida, y que esa vida -la única que tienen- no sea esclavizada en beneficio de un humano con ganas de lucrarse.

Esto tan sencillo es lo que persigue el movimiento por la Liberación Animal. Que todos los animales, independientemente del sexo, la raza o la especie a la que pertenezcan sean (seamos) libres.

¿Es la Liberación Animal una utopía?

La Liberación Animal no es algo imaginario o imposible. La Liberación Animal es un hecho, una realidad que vivimos todos los días. Cada vez que persuadimos a una mujer para que no compre un abrigo de piel, cada laboratorio que hemos logrado que no se construyese, cada vez que convencemos a una persona a que se haga vegana, cada vez que liberamos a un animal que ha caído en una trampa, etc. estamos logrando la Liberación Animal. Estamos haciendo de la Liberación Animal algo tangible, real.

Conseguir un mundo totalmente libre de dominación tampoco es imposible, no es una utopía, pero tampoco es algo fácil de alcanzar, las cosas no caen del cielo. De todos modos “no es algo que nos deba preocupar”, en el sentido de que tengamos que estar continuamente pensando en los individuos que siguen encadenados, emprisionados y enjaulados, y martirizarnos por ello. No se trata de estar siempre tristes pensando en lo mucho que no podemos hacer, sino de pensar en lo muchísimo que sí podemos hacer por esos individuos que necesitan nuestra ayuda y hacerlo.

Tenemos que ser conscientes de que si realmente lo queremos, si cada uno de nosotros se levanta del sofá y hace todo lo posible por lograr que el mayor número de individuos sean libres, las cosas cambiarán. Cambiarán para cada uno de esos visones que no fueron utilizados para el abrigo de aquella mujer. Cambiarán para los miles de animales que no sintieron el bisturí en sus cuerpos gracias a que se detuvo el proyecto de crear un nuevo laboratorio. Cambiarán para los 87 animales que cada año hubiese consumido esa persona si no le hubieses convencido de que se hiciese vegana. Cambiarán para esa liebre que cayó en una trampa y que, gracias a ti, recuperó su libertad.

Pero hay que hacer las cosas bien. Tomarnos en serio lo que quiera que queramos hacer por los animales, porque es algo importante. Cada cosa, cada una de las cosas que hacemos es importante para acabar con la explotación, y debemos tomarnoslas en serio y poner todo nuestro empeño en ellas. Se debe terminar de dar charlas mal preparadas, el no saber responder a las preguntas de los asistentes a las mismas. Se debe terminar el convocar unas jornadas y no tenerlas preparadas. Se debe terminar el tener un proyecto y que, en caso de que lo terminemos, estemos tres años siendo que lo podíamos haber hecho en una semana. Estas conductas dicen muy poco a nuestro favor. Dicen que no nos interesa realmente la Liberación Animal, que no la llevamos dentro, en ese caso, es mejor no hacer nada a hacerlo porque nos sintamos forzados. O también pueden decir que, aunque sintamos la Liberación Animal, no nos parecen importantes las actividades que llevamos a cabo, y esto sí que es verdaderamente preocupante.

Debemos creer en lo que estamos haciendo y darnos cuenta de todo lo que conseguimos cuando realmente nos esforzamos, cuando lo damos todo. Todo lo que hacemos tiene sus repercusiones. Cada cosa que hacemos y que hacemos bien, cada animal que se ha librado de sus verdugos gracias a nosotros es infinitamente importante. Cada uno de estos animales no sólo es una victoria, no sólo es un paso adelante hacia la Liberación Animal sino que es la Liberación Animal en sí misma. Ésa es la verdadera esencia de la Liberación Animal: ¡Basta de quedarnos sentados en el sofá llorando por los animales a los que no podemos ayudar! Como ya se ha dicho antes, no es hora de llorar, no es hora de filosofar, los animales están ahí enjaulados y necesitan nuestra ayuda. Es hora de mover el culo del sofá. Ha llegado la hora de la Liberación Animal.

¿Cómo conseguir la Liberación Animal?

Es esta seguramente la pregunta que más quebraderos de cabeza y conflictos causa dentro del movimiento por la Liberación Animal. Y la razón de tantas disputas es que no tiene sentido esforzarse por encontrar una respuesta a una pregunta que jamás podría responderse con una única respuesta.

Como se ha mencionado cada animal tiene su propia personalidad, y esto, por supuesto, nos incluye a los animales humanos. El hecho de que cada humano tenga su propia personalidad inmediatamente hace que le agraden un tipo de cosas y desagrade otro, que tienda a escuchar unas cosas e ignore otras, que comprenda mejor unas ideas si han sido expuestas de un modo y peor si se le exponen de otra manera. Otra persona tendrá intereses muy distintos y se verá atraída por otras cosas.

Este hecho tan sencillo que rige nuestro día a día debemos saber extrapolarlo al movimiento. No debemos esforzarnos por encontrar ningún método mágico que se pueda aplicar a todo el mundo y que vaya a conseguir que la gente rechace continuar explotando animales. No debemos esforzarnos en ello porque estaremos perdiendo el tiempo. Y el tiempo es oro.

Al igual que cada persona es distinta, con cada una de ellas hay que utilizar una estrategia diferente para conseguir que se dé cuenta de que los animales no humanos también quieren ser libres y merecen que se les respete esa libertad.

Así, la única respuesta válida a la pregunta de cómo conseguir que la gente respete el deseo de todos los animales a ser libres es mediante la creatividad. Esa, la creatividad, el dinamismo y la capacidad de adaptarse a la diversidad interindividual que tiene el movimiento es la única llave maestra. No hay otra.

Muchas llaves, pero ninguna maestra

Si has conocido a una sola persona involucrada en el movimiento, entonces, al menos ya te habrá hablado de una llave mágica que esa persona tiene y que sirve para que cualquier persona en este planeta deje de explotar. No es cierto.

Las charlas son la “llave maestra” más conocida en el movimiento. La llave que supuestamente a más gente que explotaba animales ha convencido de que dejasen de hacerlo, aunque en realidad es, una llave que falla, al menos, tanto como las demás. Y falla por el mero hecho de que una charla es una llave, y cada persona que escucha es una cerradura. En muy pocas de esas cerraduras entrará esa llave y en menos aún conseguirá abrir la puerta.

Si queremos comprobar lo mucho que fallan las charlas para lograr que la gente deje de explotar animales lo único que tenemos que hacer es acudir a una. Observemos en primer lugar en qué tipo de lugares suelen realizarse, a cuanta gente atraen y qué tipo de gente acude. Enseguida comprobaremos que los lugares en los que se realizan no son frecuentados por gente de a pie, y que los pocos asistentes son ya, en su mayoría, cuanto menos vegetarianos. Por tanto, las charlas, hoy en día, no son tan efectivas como se dice. No son ninguna panacea.

Por el hecho de que las charlas no sean una llave maestra no deben ser menospreciadas, siguen siendo una llave y cada llave es una herramienta que debemos utilizar. Las llaves, las charlas podemos emplearlas no sólo en convocatorias a las que acuden unas pocas decenas de personas, de las cuales a alguna le haga cambiar su forma de ver las cosas. También pueden ser usadas en forma de diálogo en nuestro día a día. Con la gente que nos relacionamos. Ya sea en grupo o con personas concretas. De esta forma dinámica, en la que el mensaje se adapta mucho más ágilmente al receptor del mismo, las “charlas”/discusiones pueden abrir muchas puertas.

Igual que habrá a mucha gente a la que las charlas -aun en el caso de que hayan acudido a alguna y que haya estado muy bien preparada-no le hayan hecho cambiar su forma de ver las cosas, no debemos pensar que esa persona es inmutable. Que va a seguir viendo a los animales no humanos como instrumento independientemente de lo que hagamos, y ni mucho menos debemos pensar que si una buena charla no ha funcionado, nada lo hará.

Lo cierto es que, muchas veces que nos desesperamos, que nos damos cuenta de que una persona jamás dejará de explotar animales ella misma nos demuestra nuestra equivocación. Es esa persona la que nos hace ver que el problema no es el que explotar animales sea una parte intrínseca en ella sino que el método que hemos empleado, en ella, no le ha resultado efectivo. Quizás una charla a la que le invitamos a acudir, o una discusión que mantuvimos con ella, o un pasquín que le dimos no le hiciesen cambiar su percepción sobre los animales, pero un día está andando por la calle y ve -por ejemplo- un camión lleno de lechones que conducen al matadero, eso le hace pensar y adopta un estilo de vida vegano. Esto es una historia simplificada, pero no inventada, estas cosas pasan, y mucho.

Para darnos cuenta de que no hay ningún método mágico para hacer que la gente cambie su percepción de los animales no humanos podemos hacer algo tan simple como preguntar. Preguntemos a la gente veg(etari)ana que conozcamos qué les impulsó a ello, y preguntemos a la gente dentro del movimiento qué les impulsó a luchar por la Liberación Animal. Comprobaremos que cada persona tiene una respuesta que, a su vez, es tremendamente diferente a la del resto. Esto no es casualidad, todas las personas son diferentes, diferentes sus intereses, diferentes herramientas les hicieron cambiar su forma de ver las cosas.

Las charlas no son la llave maestra, pero ¿son la más eficaz?

Las charlas (o debates, mesas informativas, reparto de pasquines, etc.) por sí solas no son ni efectivas ni dejan de serlo. Tampoco son ni más efectivas ni menos que otras estrategias. Depende de cómo se apliquen y con quien. De que una charla sea efectiva o no depende de : [1] la charla en sí (qué dice, de qué habla, si está bien expresada, bien organizada, si es coherente, qué aspecto trata, utiliza los sentimientos o el razonamiento, emplea buenos ejemplos, etc.) [2]: de el oyente (habrá personas que tengan mayor o menor facilidad para escuchar, personas que sean más emotivas, otras más racionales, otras que sean incapaces de escuchar una hora seguida a alguien, otras que necesitan muchos ejemplos, etc. ) y [3]: de la interacción entre la charla y el oyente (qué pensamientos y sentimientos despierta la charla en la persona, si es que despierta alguno, si le resulta a la persona interesante o aburrida, etc.). Aquí volvemos a lo mismo, lo que haya funcionado para una persona no tiene porqué funcionar para otra, y viceversa. Cada persona es distinta.

Pero por el hecho de que las charlas ,panfletos, o mesas informativas, etc. no vayan a servir con todo el mundo, no por ello deben ser despreciadas. Por el hecho de que una llave inglesa no sirva para sacar tornillos no quiere decir que sea una herramienta inútil. Por el contrario, debemos usar nuestro ingenio y en lugar de tirar la llave inglesa por no poder destornillar con ella, seamos creativos, y, si no tenemos martillo usemos la llave inglesa no sólo para su cometido inicial, sino también para clavar clavos.

Cuantas más herramientas tengamos en la caja y más creativos seamos empleándolas más fácil será que funcione nuestro taller. En caso de que andemos un poco justos de herramientas (nuestros recursos son limitados) o que no podamos arreglar todos los “coches” del mundo no debemos tirar la toalla. Sin duda muchos hemos arreglado y muchos más vamos a arreglar.

Cuantas más charlas mejor, cuanta más variedad muchísimo mejor

Hay quien dice que dado que el objetivo del movimiento de la Liberación Animal es lograr que todos los animales sean libres -y que para ello sea esencial que los animales humanos cambien su concepto que mantienen sobre los no humanos- la mejor forma de hacerlo es dar charlas. Esto ya ha sido comentado y se ha señalado que es una teoría reduccionista y simplista que se basa en tratar a todas las personas como si fuesen iguales, y eso, dista mucho de ser real.

Hay una teoría que lleva esta simplificación al extremo. Consiste en afirmar que no sólo las charlas son el único medio para lograr que la gente reflexione sobre su forma de ver al resto de animales sino que, además, estas charlas deben centrarse sobre este aspecto de forma directa. Es decir, ha aparecido una tendencia por parte de algún grupo a tener como actividad única el dar charlas y en esas charlas tratar el tema del especismo de modo exclusivo.

Cierto es que para que los animales no humanos sean libres es esencial que los humanos deben cuestionarse su relación con ellos, no obstante, para incitar que esto ocurra no hay un método que sea extrapolable a todas las personas. Debemos tener en mente que cada persona es distinta. Una proporción de personas, a la que le atraigan los temas filosóficos, quizás se encuentre interesadas por este tipo de charlas en las que se emplean términos como “especismo”, o personas muy abiertas de mente que aceptan de buen grado que directamente y durante dos horas se les cuestione la relación de abuso que mantienen con los animales. Incluso es posible que algunas de ellas a continuación mantengan un debate interno. Pero no todo el mundo es así.

Una grandísima proporción de personas encontrarán verdaderamente soporífera una charla de este tipo, tan filosófica, incluso si son muy abiertos a nivel mental, simplemente les aburriría, y es comprensible. Otras personas no serán tan abiertas de mente y huirán ante una confrontación directa y un cuestionamiento durante dos horas, reaccionarán de forma muy negativa con un fuerte rechazo hacia las personas que han dado la charla y hacia el movimiento de Liberación Animal. Y es que, no son muchos los que estan dispuestos a cambiar todo el esquema mental que han ido formando durante toda su vida por algo que les diga una persona que no conocen de nada, aunque esa persona tenga razón. Otros muchos dejarán de escuchar cuando el ponente hable de términos tan “poco atractivos y estrambóticos” como “especismo”.

No por ello deben dejar de existir esas charlas de confrontación directa, porque hay a gente de tipo muy racional que sí que le pueden resultar atractivas. Por ejemplo en una facultad de filosofía pueden resultar bastante eficaces, sin embargo, el que funcionen con algunos no implica que lo vayan a hacer con todos. En absoluto. Es posible que esas mismas personas que jamás escucharán las charlas de cuestionamiento directo, aquellas que sólo tratan del tema tan teórico del especismo, estén dispuestas a acudir a una charla que trate temas no tan abstractos, temas sobre los cuales tengan muchas imágenes mentales previas y muchos sentimientos relacionados con los animales, sentimientos que le conmueven. Es nuestra tarea aprovechar esos sentimientos y saber reencauzarlos.

Probablemente estas personas de las que hablo, con un estilo de pensamiento no tan racional, no tan filosófico, no estarán dispuestas a escuchar una charla “soporífera” (para ellos) sobre el especismo, pero cada vez que ven a una señora vestida con pieles algo les removerá su interior. O cuando cambiando de canal ven a un tauricida matando a un toro se les encogerá el corazón.

Estas personas acudirán, sin dudarlo, a una concentración contra la industria peletera, o a una manifestación contra el tauricidio, o contra la vivisección pero no a una charla sobre especismo. Y es que, de nuevo, las personas nos somos todas iguales.

¿Qué tenemos que hacer en esa concentración, o en esa charla sobre las pieles? Es muy importante que se realice -en un punto de la misma- un comentario que haga que los asistentes relacionen su desaprobación hacia la industria de la piel (o de lo que sea) con el comportamiento que ellos mantienen cada día con los animales, con su forma de ver a los animales no humanos. Con un simple comentario se puede desatar una impresionante cantidad de pensamientos, el debate interno que se ha mencionado. Muchos asistentes estarán horas pensando por sí mismos sobre su relación con los animales no humanos, sobre sí han estado equivocándose, etc. Sin embargo quizás hubiesen rechazado que otra persona les pusiese enfrente, durante horas, esas mismas preguntas que, ellos mismos se van planteando de modo espontáneo.

Un comentario tan simple como: “los organizadores de esta manifestación contra las corridas de toros queremos recordar que los humanos no somos quienes para abusar de un toro, pero tampoco debemos disponer del resto de animales para vestirnos, hacer experimentos con ellos o utilizarlos como si fuesen comida. Los animales no humanos, al igual que los humanos desean ser libres y nosotros podemos y debemos respetar su libertad”. Ese simple comentario puede ser la semilla para ese debate interno que cada persona tiene que mantener para cambiar su forma de ver a los animales no humanos. El creer que las charlas es el método único y que sólo las charlas sobre especismo deben formar parte de nuestro repertorio es tremendamente reduccionista. Es tratar a todas las personas como si fuesen iguales, las personas, afortunadamente, no son robots. No obstante, sí que es cierto que, en todas y cada una de las actividades que llevemos a cabo es fundamental que, de un modo u otro (no tiene porqué ser un comentario, también una pregunta, o una imagen/escena), incitemos a ese debate interno esencial para la Liberación Animal.

Por tanto, la conclusión viene a ser otra vez la misma, la fórmula mágica no existe, o mejor dicho hay muchas, y depende de la persona a la que se le dirija. Así que, debemos contar con un amplio repertorio y no desaprovechar ninguna estrategia.

Liberación Animal 

Más que palabras

La violencia teológico-política del régimen carnívoro. Una interpretación derrideana de la ética animal de Empédocles. (Patrick Llored)

La historia de la filosofía ha olvidado un acontecimiento fundamental: el filósofo griego que ha inventado la ética animal se llama Empédocles, cuyo pensamiento es una filosofía animalista que quiere deconstruir el sacrificio del animal. Este pensador, además de ser un especialista de la evolución de los animales, ha creado la primera filosofía vegana que consiste en una crítica radical de todas las estructuras que contribuyen a ejercer sobre los animales una violencia que fue el primero en denunciar. Tenemos que descubrir este pensador deconstructor a la manera de otro filósofo animalista: Derrida, cuyos conceptos pueden ser interpretados a la luz del pensamiento liberador de Empédocles. La fuerza de su filosofía animal esclarece nuestra actualidad.

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GESTIÓN DE HUERTOS URBANOS SOSTENIBLES

En los últimos tiempos, la horticultura urbana ha llamado la atención de un número creciente de personas interesadas en encontrar una conexión directa con la naturaleza y redescubrir el placer de cuidar de un huerto (Fig. 1). Sin embargo, hay que tener en cuenta que la horticultura (y la horticultura urbana también) tiene un elevado potencial de impacto ambiental en relación con la considerable cantidad de insumos necesarios para conseguir la producción. Por esta razón, es
importante adoptar prácticas que reduzcan el riesgo ambiental y de utilizar los recursos naturales de una manera sostenible. En la gestión del huerto, se debe tener cuidado con la preservación de la fertilidad del suelo, la gestión racional del agua, la protección de cultivos frente los agentes atmosféricos y las plagas, a fin de reducir el uso de productos químicos y crear un agro-ecosistema natural en equilibrio con el ser humano y con el medio ambiente circundante, tanto en zonas rurales como urbanas. Por otra parte, el uso racional de los medios técnicos (abonos químicos, pesticidas,
etc.) y de los recursos naturales disponibles, junto con la reducción de los desechos, puede permitir reducir los costes, para preservar la salud de los agricultores y producir hortalizas sanas y sabrosas.

El presente manual tiene como objetivo proporcionar una herramienta de referencia fácil que pueda ser utilizada por los agricultores urbanos en su actividad de la preservación verde de la ciudad. A pesar de que puede ser considerada como una actividad agrícola completa, el manejo de la plantación urbana requiere un poco de atención y consideraciones especiales en relación con las peculiaridades del contexto en el que se practica. Por lo que se refiere al manejo agronómico de la huerta, es importante considerar cuidadosamente el entorno en el que el proceso de producción se lleva a cabo, que se caracteriza por factores climáticos, edáficos y biológicos que influyen de diferentes maneras sobre los requerimientos de los cultivos y que deben satisfacer las necesidades de los mismos. Si esto no ocurre, la planta se somete a un estrés que reduce su productividad en comparación con su máximo potencial alcanzable. Una buena práctica podría ser el análisis
preliminar de las características del suelo en términos de fertilidad y aptitud para el cultivo de ciertas especies de plantas, así como la presencia de cualquier contaminante.

Por otra parte, para garantizar la homogeneidad y la armonía estructural de la superficie cultivada, es necesario
considerar los hábitos vegetativos de las especies cultivadas. Por ejemplo, siempre debe haber un equilibrio entre los árboles frutales y las plantas ornamentales, hortalizas, plantas aromáticas y medicinales, que también debe tener en cuenta las necesidades de producción y consumo que se espera de los agricultores urbanos. La orientación y el espacio en el huerto deben ser diseñados de una manera en la que reciba suficiente luz natural y ventilación. Esto puede ayudar a mejorar la eficiencia fotosintética y en consecuencia a un mejor control sanitario de los cultivos. Para limitar la zona del huerto se pueden usar setos, pero también es común encontrar vallas hechas con materiales reciclados, tales como marcos de cama, bastidores de secado, puertas, ladrillos cubiertos de plástico y más raramente de materiales de madera, dando así una apariencia irregular al área total. Las vallas, si están bien diseñadas, pueden jugar un papel productivo (por ejemplo, madera, pequeños frutos y flores), ecológico (por ejemplo, protección contra el viento y refugio para los animales), defensivo (por ejemplo, la erosión del suelo, la propiedad y la protección de cultivos ), sanitario (por ejemplo, barreras para amortiguar ruido o para reducir la contaminación ) y estético. Aspectos muy importantes del huerto urbano y periurbano son la buena gestión del agua y la recuperación y eliminación de residuos sólidos y líquidos (incluyendo la poda). Constantemente, se debe recomendar para tener una estructura de compostaje recoger los residuos de cultivos derivados de hojas, residuos herbáceos y poda, que después de la molienda y la maceración también serán útiles
para la fertilización.

Ver archivo  Gestión de huertos urbanos sostenibles.

 

NATURALEZA, CORPOREIDAD Y LIBERACIÓN. (Arturo Andrés Roig)

1. EL MOMENTO DE LOS CÍNICOS: DIÓGENES DE SÍNOPE

ENTRE nosotros y la naturaleza se da necesariamente una mediación. A ésta podríamos caracterizarla afirmando que el único acceso que tenemos para «llegar» a la naturaleza, se encuentra en la creación necesaria de una «segunda naturaleza». Dicho en otros términos a la naturaleza únicamente tenemos acceso a través de la cultura.

Los primeros en descubrir el hecho inevitable de la mediación fueron los cínicos y los epicúreos y llevaron a la práctica un intento de salvarla mediante una especie de «regreso a la naturaleza». ¿Fue posible? El «regreso a la naturaleza», en verdad no fue sino una simplificación de la cultura, algo así como un «acercamiento», pero nunca una eliminación de la mediación.

Evidentemente, lo que hicieron cínicos y epicúreos fue reducir la complejidad de la vida humana, derivada de la acumulación de prácticas y de bienes culturales, a un ideal de «vida simple», que siempre fue, a pesar de todo, un modo cultural de vivir. Frente al rechazo de los refinamientos de una vida llena de convencionalismos, relacionada, además con el lujo y lo superfluo, ellos creyeron que la solución se encontraba en barrer con esas mediaciones innecesarias.

Cabe, sin embargo, que nos preguntemos si la mediación es en sí misma un mal y si no hay formas diversas de mediación, algunas de las cuales no sólo no son un mal, sino que sin ellas no podríamos plantear ni siquiera la cuestión de naturaleza y cultura. Si pensamos el asunto tal como se da a propósito del lenguaje, evidentemente que el «regreso a la naturaleza» no podría darse como un rechazo de la palabra y un regreso a formas comunicativas de los animales, aun cuando los animales podían servirnos de modelo en otros aspectos, en favor de aquella «vida simple» que se preconizaba.

Lo que decimos surge claramente si nos planteamos la función del lenguaje. El signo es, por su naturaleza y definición, la mediación de las mediaciones, a tal extremo que necesitamos del signo para poder hablar del signo. Y el signo es el alma de todo lenguaje. Cabe preguntarnos si debido a este hecho los lenguajes nos incomunican respecto de lo significado por el signo. En verdad, lo que debemos reconocer, inevitablemente, es que los signos nos «alejan» y que, gracias a ese hecho ciertamente asombroso que constituye, tal vez, una de las capacidades más ricas del ser humano, podemos «tomar distancia» de las cosas y hablar de ellas. Y esa «distancia» es tan importante que de ella depende nuestra constitución como sujetos de enunciación judicativa.

Así, pues, en sí mismo, el hecho de la mediación no es un mal. Pero las formas de mediación no se reducen a la del signo y, junto con él, a la de los diversos lenguajes. Son, en verdad, múltiples y diversas, son tan complejas como la cultura misma. Y si bien el signo se instala en el acto mismo de absolutamente toda mediación, tanto en las sociedades simples como en las complejas, hay otras formas de mediación que no juegan un papel equivalente en el sentido de «mediación necesaria». Se trata de las innúmeras que surgen de las prácticas sociales tendientes a satisfacer necesidades muchas veces superfluas.

Y aquí vemos cómo la cuestión de la mediación se conecta con el problema de las necesidades y de las prácticas que esas necesidades generan, muchas de las cuales resultaban para la exigente moral cínica, no fundadas racionalmente. Por cierto, se trata de una racionalidad que se expresaba en aquella exigencia de «vivir conforme naturaleza», que implica la difícil cuestión de averiguar la compleja textura semántica del referente al que debemos adecuar nuestra vida. Sin embargo, el asunto no resultaba imposible en la medida en que por «naturaleza» se entendía ese horizonte que aproxima el bíos a la zoé , a saber, «la vida de cada día» (kath’heméran bíos), a la «vida», en cuanto lo contrario de la muerte (thánatos).

¿Para mantener la «existencia» (zoé) es necesario ordenar «la vida de cada día» (bíos)? Evidentemente. Una vida desarreglada, la acorta; una vida ordenada, la resguarda, aun cuando todo esto no lo sea necesariamente. El problema de esa «cotidianidad» (bíos), que es a su vez «historia», radica, pues, en nuestra actitud ante las «necesidades de la vida» (aí perí ton bíon jréiai).

¿Cayeron los cínicos con su pretensión de eliminación de mediaciones en una ingenuidad? ¿No cayeron, a su vez, en una «deshumanización», siendo que pretendían alcanzar una humanización perdida? Diógenes de Sínope, apellidado también el Cínico, en su exigencia de congruencia llegó a negar lo «cocido» y a afirmar la necesidad de «regresar» a lo crudo, lo que le llevó a intentar alimentarse con carne en esas condiciones (Diógenes Laercio, Vida de filósofos ilustres, «Diógenes», VI, 34). En cuanto creyeron poder «horadar» toda .mediación e instalarse en la «naturaleza», utopizaron. Pero gracias a eso dieron un nuevo contenido al «deber ser», expresándolo, además, sobre una particular simbólica. La sociedad ateniense, impulsada por el «espíritu prometeico» (algo así como la «razón instrumental» de nuestros días), había «encubierto» la «naturaleza» hasta hacerla ignorar. Era necesario retomar la tradición del héroe de los «doce trabajos» (dodekáezlos), Heracles, no el héroe que con el fuego transforma y trastorna la naturaleza y a los hombres, sino el héroe que se inmola en un fuego purificador, símbolo, justamente, de la superación de las mediaciones. 1 

2. EL MOMENTO ESTOICO: CRISIPO Y SÉNECA

EL IDEAL de vida simple de los cínicos fue heredado por los estoicos, quienes agregaron a la meditación de aquéllos,a propósito de la relación entre bíos y zoé , un aspecto teórico de singular importancia. No se trata en ellos de imitar la vida simple de los animales y con esa praxis desprenderse de los refinamientos y complicaciones de la vida ciudadana y todas sus formas de opresión, sino de algo más profundo. En efecto, los seres humanos, ellos mismos, en una etapa de su vida, muestran un comportamiento primario común con todo ser vivo y, en tal sentido, verdaderamente universal. Según Crisipo, de acuerdo con el conocido texto que nos ha transmitido Diógenes Laecio en su obra ya mencionada, 2 el impulso (hormé) de conservación que todo ser vivo muestra y que se expresa en una sensación (synáithesis) de su propia constitución (systasis), supone una «apropiación de sí mismo» (oikéiosis autó). Así, pues, todo animal ejerce un acto de «posesión de sí» que le es «familiar», vale decir, un acto que si bien es cumplido por parte de cada uno, lo es dentro de un ámbito común para todos, la naturaleza en cuanto oikos u oikía , acto al que se denomina oikéiosis. No hay, pues, «esclavos por naturaleza», ni la mujer depende de leyes que le sean específicas, las de los «dioses subterráneos», frente a los varones que viven el régimen legal de los «dioses celestes», sino que todos somos iguales sobre una base que nos es común con todo ser vivo.

La vida simple preconizada por los cínicos y los epicúreos, se apoyaba, para los estoicos, sobre un dato de experiencia, el de la oikéiosi , y todo alejamiento de la naturaleza como «hogar común», (oikía), a la vez que como «animalidad (zoé), llevaba inevitablemente al mundo de las mediaciones y, con ellas, al desconocimiento de aquella igualdad profunda.

Séneca a la oikéiosis la denominó conciliatio, que en él significa, según nos lo explicaba Goldschmidt en la Sorbona, el acto de ‘afirmarse a sí mismo’ y de ‘apropiarse de sí mismo’, 3 pero también ‘conciliarse’ con su propia naturaleza (constitutio) y con la Naturaleza (natura). En la importante Carta CXXI, a Lucilio, Séneca nos dice que si todos los animales tienen el sentimiento de su constitución (… omnibus constitutiones suae sensus est 121,9) y, por eso mismo, cada uno «procura primeramente por sí mismo» (primum sibi ipsum conciliatur 121,17) ¿cómo no lo ha de hacer el ser humano que desde niño, si bien «no sabe (racionalmente) lo que es ser animal, sin embargo, se siente animal (et quid sit animal nescit, animal esse se sentir 121,12)»? De este modo, la universalidad del principio de la oikéiosis o conciliatio, venía a justificar desde el nivel de la zooeidad (animalidad) las ansias de una vida (bíos) autónoma, es decir, libre, en el sentido de «desatamiento» (lyomai), dentro de los ideales de la tradición heraclea que hemos mencionado. Quedan de este modo denunciadas las mediaciones surgidas dentro de una sociedad que a más de haber alcanzado el refinamiento que acarrea el lujo, se encontraba organizada crudamente sobre el esclavismo y el machismo. La naturaleza que se invocaba ahora y según la cual se debía vivir (zen katá physis), ya no tenía, sin duda alguna, el sentido que surge de la afirmación aristotélica de que «hay esclavos por naturaleza», como tampoco el sentido sofocleo de la «naturaleza femenina» sometida por el hado a dioses que le eran específicos. 4

3. EL MOMENTO LATINOAMERICANO: IGNACIO ELLACURIA

TANTO cínicos, como más tarde estoicos y epicúreos, intentaron establecer los principios de la moral a partir de una filosofía de la corporeidad, de la cual la okéiosis griega y la conciliatio romana, fueron categorías básicas.
Señales de estas antiguas filosofías son rastreables dentro de la tradición del senequismo hispánico y no es extraño que nos encontremos, en nuestras tierras americanas, interesantes documentos relacionados -y no por casualidad, ciertamente- con la situación de los esclavos defendidos recurriendo a categorías estoicas. 5 

Mas, no es nuestra intención por ahora rastrear tan amplio tema. Nuestro deseo es completar la rica temática que vimos en cínicos y estoicos, ocupándonos, aun cuando no con la extensión que debiéramos, de la obra dejada por Ignacio Ellacuría, uno de los mártires de la filosofía y de la praxis de la liberación en América Latina. La necesaria ‘conciliación’ o reencuentro con nuestro real y verdadero mundo, la oikía que compartimos con los demás seres vivos, es uno de los ejes de su pensamiento. Inspirado en Xavier Zubiri, su maestro, nos dice que es necesario rescatar precisamente el bíos en la zo , la vida, en la ‘existencia’. No se trata, sin dudas de un «existencialismo», sino, como él mismo lo afirma, de un materialismo que intenta alcanzar desde la base vital del ser humano, una integración de lo desintegrado por obra de los idealismos y los intelectualismos. Y por cierto que en este sentido toda su obra es una constante inversión de Hegel, hecho que comparte con muchos otros pensadores latinoamericanos. 6 

En su libro póstumo La filosofía de la realidad histórica (1991),7  nos define la «temporalidad de la realidad humana» sobre la base de las categorías de bíos y zoé , dos conceptos que ya vimos íntimamente correlacionados en el pensar helenístico-romano. Por cierto que no es nuestra pretensión la de señalar en el pensamiento de Ellacuría inspiraciones senequistas. Nada de eso. Simplemente queremos hacer ver cómo el pensar contemporáneo, ante las amenazas de un futuro de destrucción y de muerte, se ha visto obligado a cubrir la profunda zanja con la que nos hemos separado de nuestra propia naturaleza y, a la vez, de la naturaleza. Y por cierto que la única vía posible se encuentra en una filosofía de la corporeidad, un pensamiento integrado que nos ponga otra vez más allá de esa realidad escindida ideológicamente. No entenderíamos «el tiempo del hombre», nos dice Ellacuría, si no partimos de la «vida» y, a su vez, no entenderemos la «vida» si no alcanzamos esa clara comprensión de sus dos manifestaciones. En efecto, la vida es zoé, pero también bíos.

Ni el hombre es pura naturaleza -nos dice- ni el hombre es puramente historia; es a la par y unitariamente naturaleza e historia. Tan humano es lo uno como lo otro -propiamente no hay uno y otro- por más que los idealismos antropológicos reduzcan lo humano a lo diferenciativamente humano -a lo no-animal-, mientras que los naturalismos antropológicos reduzcan lo humano a un fenómeno entre otros de la naturaleza. Una consideración del hombre como esencia abierta, pero animalmente abierta, sobrepasa esa reducción o ese dualismo haciendo que el bíos humano sea zoográfico y que la zoé humana sea biográficas .

Ellacuría quiere romper con ese dualismo que ha terminado por hacer olvidar experiencias y que ha sumergido nuestra corporeidad en el olvido, con todo el precio que este ocultamiento ha supuesto para la humanidad. Somos en verdad animalmente hu- manos y humanamente animales. El rescate de esta verdad nos permite integrar el momento de los estímulos, aquel sentimiento que todo animal tiene de su ‘constitución’, con el momento en el que los mismos son aprehendidos en cuanto ‘reales’. Más tarde vendrá la razón.

(…) al enfrentarse con las cosas como realidad y al habérselas con ellas como realidad, el viviente se comporta integral y unitariamente. Lo que el hombre tiene primariamente en el ejercicio inicial de su inteligencia es la realidad imprevisiblemente sentida; es la sensibilidad animal la que lo fuerza a inteligir y la que hace que el inteligir sea inexorablemente un inteligir sentiente. Sin ese momento estrictamente animal (…) ni la inteligencia, ni la voluntad, ni el sentimiento podrían haber aparecido y, una vez aparecidos, no podrían ejercitarse. La zoé es así fundamento del bíos , así como el bíos liberado de la zoé y subtendido dinámicamente por ella será la salvación de la zoé, pues el viviente humano no puede seguir viviendo biológicamente más que haciéndose cargo realmente de su situación. 9

Desembocamos de este modo en el «proceso de liberación» cuya meta es la consecución de la libertad. El planteo que nos hace el autor es filosófico, dentro de los términos de lo que podríamos considerar como una metafísica o una cosmología. Y por cierto que no es todo esto extraño a esa «moral de la emergencia» que hemos señalado nosotros como propia de tantos escritores nuestros.

La liberación toma el carácter preciso de un proceso hacia la libertad a partir de la naturaleza. Mas, este movimiento no tiene como destino un olvidarnos de nuestra inicial procedencia, tal como sucede en la evolución hegeliana en donde «la aparición del espíritu es la despedida de la naturaleza» y en la que la A ufhebung que rige el proceso dialéctico no supone «conservaciónsuperación», sino crudamente, a más de ‘despedida’, ‘abandono’ y ‘ausencia’. Como bien lo señala Ellacuría no se trata en el autor de la Fenomenología del Espíritu de una «dialéctica de la realidad misma», lo que nosotros hemos llamado una «dialéctica real», sino de una «dialéctica conceptual», en suma, una ideología. 10

Una dialéctica que al organizarse sobre un dualismo, hace que el relato se quede en un nivel meramente discursivo.
No es la intención de Ellacuría, en el libro que comentamos, hablarnos de las formas de opresión que impiden un normal «proceso de liberación» de los pueblos latinoamericanos. Su punto de vista, tal como ya lo dijimos, se mueve en un plano filosófico- cosmológico. Desde ese plano se pueden encontrar posibles respuestas a las situaciones concretas que le llevaron a la muerte.

Podemos ver, así -dice- el proceso entero en la naturaleza como un proceso de liberación hacia esa libertad naturalizada. No se trata de finalidad, como si la libertad moviera como un fin a la naturaleza. Se trata de un hecho que ha ocurrido. El dinamismo de la realidad en su concreta configuración cósmica lleva a formas nuevas de realidad. Las formas inferiores liberan formas superiores. Se trata de un proceso de liberación, no sólo porque en su último momento procesual lleve a la libertad, sino porque en cada uno de sus pasos aparece como algo que no se reduce al anterior ni queda confinado en los límites funcionales de las estructuras que le precedieron. Cada estructura anterior es sólo lo que es, sino que en su interno dinamismo crea un ámbito que la supera y, en ese sentido, libera una nueva forma de realidad: en la culminación de este proceso aparece la libertadl

Superando los clásicos planteos de una «libertad interior», propia de tantos espiritualismos e intelectualismos que reducen el problema moral a un acto de conciencia, Ellacuría entiende que el proceso de liberación «puede verse como un crecimiento de realidad, como un incremento de sustantividad, individualidad y mismidad». 12 Las formas ‘inferiores’ van desatando posibilidades de mayor riqueza vital, proceso que abarca a la naturaleza entera y que en el ser humano adquiere formas específicas.

Y por cierto que todas las mediaciones, tanto teóricas como prácticas, sobre las que se fundan los dualismos, los que entienden que la «cultura» se constituye a partir de un «abandono», una «despedida» y hasta un «olvido» de la naturaleza, deberán ser denunciadas, actitud que no es ajena a la amplia «moral de la emergencia», así como a una nueva y rica versión del «regreso a la naturaleza».13 Y del mismo modo, todo lo que impide a nuestros pueblos alcanzar una mayor «sustantividad, individualidad y mismidad», todo lo que impida o frene el ejercicio de liberación y de libertad, deberá ser repudiado y combatido desde una praxis política cuyos fundamentos teóricos nos ofrece Ellacuría desde un relato que, a pesar, de las afirmaciones de un Lyotard, posee un peso que no podemos ignorar. 

ARTURO ANDRÉS ROIG

 


1 ROIG, ARTURO ANDRÉS: «El ‘regreso a la naturaleza’ como liberación en el mundo antiguo», en Revista Latinoamericana de Filosofía, Buenos Aires, Centro de Investigaciones Filosóficas -CIF-, vol. XVII, N°. 1, 1991, p. 97-115.

2 DIOGENES LAERCIO: Lives of eminents philosophers, Harvard University Press, 1950, 11, p. 192 (Parágrafo 85 de la notación griega).

3 GOLDSCHMIDT, VECTOR: Le systéme stoicien et l’idée de temps, Vrin, Paris, 1953, p. 127-128.

4 SÉNECA, LUCIO ANNEO: Ad Lucilium. Epistolae morales, Oxford Classical Texts, London, 1980, 111, pp. 516-522.

5 Cfr. JARAMILLO URIBE, JAIME: Ensayos sobre la historia social colombiana,. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1968. pp. 250-251

6 Cfr. ROIG, ARTURO ANDRÉS: Rostro y filosofía de América Latina, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 1993, cap. «La cuestión del modelo del filosofar en la llamada Filosofía Latinoamericana», pp. 145-146.

7 ELLACURIA, Ignacio: La filosofía de la realidad histórica, Editorial TrottaFundación Xavier Zubiri, Madrid, 1991, pp.478.

8 Ibídem, p. 315.

9 Ibídem, p. 323.

10 Ibídem, pp. 325-326.

11 Ibídem, pp. 330-331.

12 Ibídem.

13 Cfr. ROIG, Arturo Andrés: «La ‘dignidad humana’ y la ‘moral de la emergencia’ en América Latina, en Etica do discurso e filosofía da libertacuo. Modelos complementares, Editora Unisinos, Sao Leopoldo (Brasil), 1994, pp. 171-186.